Exreclusas se dedican a la fabricación y donación de lentes

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  • Gracias a los convenios realizados por la FGE, dos mujeres que salieron de la prisión laboran en Ceredil
  • Durante su instancia en el Cereso aprendieron otras actividades como manualidades y deportes

 

Claudia y Guadalupe no pudieron contener las lágrimas, al narrar lo difícil que fue enfrentarse al encierro y al estar tanto tiempo tras las rejas, con una vida llena de sufrimientos por tener que dejar solos a sus hijos y cumplir con su condena por haber cometido un delito.

“Tantos años en la cárcel son muy difíciles, se sufre mucho; el ya no poder ver más a tus hijos es algo desgarrador, se te acaba la vida, por que no sabes lo que esta pasando con ellos, no sabes si fueron a la escuela, si andarán en buenos pasos, si ya comieron o si estarán bien”.

Ellas, pasaron 8 y 9 años de su vida dentro del Cereso Femenil por cometer actos delictivos; fueron separadas de sus hijos y llevadas al penal para pagar su condena; en ese momento, sintieron que el mundo se les había venido encima; sin embargo, desde hace unos meses de que obtuvieron su libertad, se propusieron seguir adelante, enderezar sus vidas y trabajar de una manera digna.

Ahora ambas desde temprana hora llegan al Centro de Reciclado y Distribución de Lentes, A.C. (Ceredil),  que gracias a su alianza con el Centro Estatal de Prevención y la Fiscalía Especializada en Ejecución de Penas y Medidas Judiciales de la Fiscalía General del Estado, les otorgó trabajo en la elaboración y donación de lentes.

“Lo que nosotras hacemos es medir la graduación de la vista, donamos lentes a los que lo necesitan y otros tantos los vendemos. Organizamos todo lo que llega del centro penitenciario y acomodamos lo que ya viene clasificado”.

Para estas mujeres, el haber estado tanto tiempo encerradas fue un verdadero castigo que no olvidarán, pero de igual manera, todos esos años les ayudaron a comprender que hay otras formas de ganarse la vida.

Cuando salimos, veíamos que otras personas batallaban mucho para conseguir un trabajo, por que la gente nos tacha como lo peor de la sociedad y no nos contratan por que tenemos antecedentes penales y creen que nunca vamos a cambiar, pero afortunadamente, nosotras tuvimos esta oportunidad, gracias a Dios, a la Fiscalía y a Ceredil”, nos reinsertamos a la sociedad, expresaron.

 

De hacer cosas malas a ayudar a los demás

 

Lupita salió hace dos meses de la prisión y desde hace un mes está prestando sus servicios en libertad; la libertad que tanto anheló mientras estuvo días y noches sin poder salir. Dentro del Cereso, ella fue encargada del Ceredil  donde las internas renuevan y elaboran anteojos; según sus propias palabras el estar ahí, le ayudó a ganarse su propio dinero, ayudar a su familia y apoyar a los que más lo necesitan.

“A veces a la gente le da pena decir que no tiene dinero para comprar lentes y a nosotras nos hace sonreír el acto de generosidad que tenemos con ellos, en verdad es algo único, el pasar de hacer cosas malas a ayudar a los otros”.

“Cada viernes nos mandaban material y nos mandaban nuestro sueldo y  así podíamos ayudar a nuestra familia; a pesar de no poder estar físicamente, podíamos aportar algo, darles regalitos en navidad y apoyar desde adentro, ahora que estamos fuera de ese lugar, es bien bonito ganarte tu dinero, poder comprar el mandado, pagar los recibos, dar abonos de una salita o algo que compraste, se siente bien bonito”, narra Lupita, mientras sonríe y sus ojos se llenan de lagrimas.

Ambas dicen sentirse muy bien de estar colaborando en una acción social ya que no sólo venden y fabrican los lentes sino también van a diferentes municipios para donarlos a personas que lo necesitan.

“Es muy bueno saber que somos útiles, pero también saber que podemos ayudar a la gente, los lentes se entregan en otros lugares, no sólo en la ciudad, a esas personas les apoyamos y ya no tienen que gastar y eso es muy bonito para nosotras”.

De acuerdo con lo que ellas narran, también hay personas de bajos recursos que acuden directamente a Ceredil para recibir el apoyo.

“Ahorita hubo un caso, vino una niña con sordera de 20 años y nos dio mucha ternura, le tomamos su graduación y todo pero también nos dimos cuenta de que trabajar aquí es una bendición. Y sí cometimos un error, pero todo ser humano lo comete y yo creo que todos podemos volver a hacer cosas buenas y que nos merecemos una segunda oportunidad”, dijo Lupita.