Un cuarto de siglo después, el mundo no olvida a Diana de Gales

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El 31 de agosto se cumplen 25 años del fallecimiento de Diana de Gales al estrellarse, el auto en el que viajaba huyendo de los paparazis.

En el trágico accidente, a parte de la princesa Diana de Gales, entonces de 36 años, murió también el conductor del vehículo, Henri Paul, que según se reveló que se hallaba en estado de ebriedad. Sólo sobrevivió el guardaespaldas que les acompañaba.

Poco antes del accidente, las cámaras del hotel Ritz de París, propiedad de Al Fayed, grabaron a la pareja saliendo por la puerta trasera en un intento de despistar a los fotógrafos. Fue esa la última imagen de la princesa con vida.

Al conocerse el óbito, a las 06,30 GMT, dado que Diana de Gales no murió en el acto, la BBC interrumpió su programación para emitir el himno nacional del Reino Unido con la bandera de la nación a media asta como telón de fondo.

El 6 de septiembre, seis días después de su muerte, seis millones de británicos, dos de ellos en el centro de Londres, despidieron para siempre a “una persona única en un funeral único”, en palabras del portavoz del Palacio de Buckingham.

Más de 2.500 millones de personas de todo el mundo siguieron por televisión durante más de siete horas los actos de despedida de la ya conocida como “princesa del pueblo” cuyo féretro entró en la Abadía de Westminster, lugar de coronación de los reyes británicos y centro religioso del país, bajo los acordes del himno nacional “Dios Salve a la Reina”, cantado por el coro de la BBC y bajo la atenta mirada de destacadas figuras internacionales de la política y la cultura.

La muerte de Diana sorprendió a la reina Isabel en su residencia de verano de Balmoral, en Escocia, y ante el clamor popular de millones de británicos debido a la frialdad mostrada en los días previos al funeral por la familia real, en especial por Isabel II, rindió tributo a su nuera, a quien calificó como un “ser humano excepcional” cuya figura “nadie podrá olvidar”.

En respuesta a esas críticas, la monarca adoptó dos decisiones sin precedentes: pronunciar un discurso por televisión y ordenar que la bandera nacional británica ondeara a media asta en el Palacio de Buckingham.

Uno de los momentos más emotivos lo protagonizó su amigo Elton John quien, de riguroso luto y sin poder contener las lágrimas, le dedicó al piano y a petición del deán de la Abadía la versión de su “Candle in the wind” readaptada para la ocasión como “Goodbye England’s Rose” (Adiós Rosa de Inglaterra), siempre vivirás en nuestros corazones”.