“‘La generación Disney’ confunde el amor con un objeto de consumo”

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Una experiencia arriesgada y dolorosa de inversión muy alta y beneficios completamente impredecibles. O bien, la certeza de la salvación, el propósito encontrado, la mitad de la naranja que completa lo que faltaba y endulza la vida.

En la ficción o la vida real, lo cierto es que no dejamos de hablar de amor. Pero es éste el que habla de nosotros, como demuestra la psicoanalista, investigadora y profesora universitaria Ana Suy en su libro recién publicado “A gente mira no amor e acerta na solidão” (Paidós) (La gente busca el amor y encuentra la soledad).

“Nuestra llegada al mundo tiene esta premisa: somos seres radicalmente desvalidos. Es el otro, con su amor, su leche, su decisión, quien perfora en este desamparo y así nos conecta a la vida, a nosotros mismos, a la resto de la gente”, escribe Suy.

En esta entrevista con BBC News Brasil, Suy destaca las ambivalencias y complejidades del amor, sostenido por un imaginario dominado por “y fueron felices para siempre”, pero alimentado diariamente con la idea de que el amor se vende, como una mercancía.

Fundamental para la vida de todos, el amor es origen, rumbo y destino, incluso con aterrizajes y descarrilamientos.

“El amor necesita espacio, distancia, brechas. El amor es un puente. ¿De qué sirve construir un puente en el mismo continente?”

Estos son algunos de los principales extractos de la entrevista.

En el libro argumentas como el amor es una experiencia creada a partir de lo imposible, que es encontrar la parte que nos falta. A partir de esto, ¿podemos pensar que los anuncios de amor son “engañosos”, en la medida en que prometen lo que nunca se logrará?

La fantasía de amor es una fantasía de plenitud, es la fantasía de que podríamos vivir sin algún malestar, malestar que sería aniquilado por la pareja enamorada.

En este sentido, podemos pensar que el amor es un error, ya que sobre éste pensamos o sentimos como si hubiéramos encontrado algo de nosotros mismos en el otro. Así que el amor es narcisista. Nos encanta la sensación de sentirnos completos, realizados.

Sin embargo, creo que el amor es más que eso, porque en el amor, a diferencia de la pasión, el otro da noticias de que no se identifica del todo con lo que idealizamos.

Entonces, tal vez podamos decir que los anuncios de amor son engañosos, pero no por su propia culpa. El amor es engañoso.

En su opinión, ¿de qué está hecho el imaginario contemporáneo de las relaciones amorosas? ¿Qué clichés, expectativas y comportamientos suelen estar presentes?

Creo que muchos de nosotros somos de la generación Disney, ¿no? que es la generación de los que fueron felices para siempre, sin cuestionar qué sucede cuando se cierra el libro, cuando termina la película.

Confundimos el amor con la pasión. Junto a esto, sumamos nuestro cruce del discurso capitalista que nos vende la idea de que merecemos ser amados, que el amor está a la venta.

Confundimos el amor con la meritocracia y confundimos al compañero amoroso como un objeto de consumo. Así, el otro necesita cumplir con nuestros requerimientos, necesita estar de acuerdo con el objeto que nos gustaría consumir.

Pero si las cosas van bien, el otro (y nosotros también, pues siempre somos el otro de alguien) mostrará que él no será reducido a un objeto, que tiene voluntad propia y otras idealizaciones.

Si podemos inventar una manera de acoger y ser acogidos por alguien que también encuentra la manera de hacer estos malabares, algo de amor puede suceder.

Pero, respondiendo a tu pregunta más directamente, nuestra imaginación es que el amor es la respuesta, cuando en realidad es más una pregunta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Con información de BBC Noticias