“Hola mucho gusto, soy el Caballo, unos me dicen Jorge”: Así conocí a un amigo

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Hasta la vista amigo mío, que en el cielo encuentres paisajes que te llenen la vista y que tu alma se regocije… que le avisen pronto al Jefe, que ya vas para allá…

Todavía no me tomaba el primer cafe del día y la noticia me llegó por las redes sociales, “Compañeros periodistas, murió Jorge Ochoa (El Caballo) por Covid. Descanse en paz”. ese fue el mensaje escueto que posteo el buen amigo Juan Gómez Franco y de inmediato la memoria me trajo el recuerdo de aquel día en el que Juan Gálvez, mi maestro y amigo me presentó a un fotógrafo a un reportero grafico, quien me extendió la mano y con una gran sonrisa me dijo: “Hola, mucho gusto, soy el Caballo, unos me dicen Jorge”.

Desde ese día el saludo entre él y yo era un relinchido, y tras hacer ese ruido decirle, “hermano Horse”, que él me respondía con un “Mi Césarin” y empezar a chirinolear de lo lindo.

“Amigo del Aldeano, te faltó ponerle…” eran los mensajes que casi a diario me ponía mi buen amigo, para comentarme algo sobre la columna, para decirme que me había faltado darle profundidad a un tema o que no tenía yo “el dato bueno de la grilla del día”.

En su defecto, también había días en los que el mensaje era: “Amigo del Aldeano, ya te contaron…” y tras ello el desglose de un dato interesante, de una elucubración suya, a la cual llegó tras ver tal o cual cosa.

Coincidir con él en el centro de la ciudad y en los últimos meses en el “Dega”, la cafetería del Hotel San Francisco, ese que ahora se llama Quality Inn, era de un día si y otra también, y es que él ahí se ganaba la vida últimamente, tomando fotos para el Hotel, que se las pagaba “El Pollo” Barriot o los propios comensales, era en esos encuentros cuando “el hermano horse” aprovechaba para contarnos los últimos chismes del mundo de la política.

Hay quienes creen que ser “grandes” en el mundo del periodismo, es por la cantidad de dinero que se gana, por el puesto, por esas cosas que se pueden palpar, pero eso no es así, sin lugar a dudas Jorge Arturo Ochoa Guanaspen, “El Caballo” debe de ser contado entre los más grandes del periodismo de nuestra entidad, la prueba de ello, es ver como políticos de izquierda, de derecha, del centro, ex gobernantes, líderes sociales, políticos nuevos, políticos viejos, políticos ya olvidados, compañeros periodistas, reporteros, empresarios y demás, externan su pésame por la muerte del periodista gráfico, por el cronista que con imágenes nos contó muchas de las noticias de nuestra entidad.

Jorge, el vecino de la “Campe-Lupe”, fue un reportero gráfico que luchó por su libertad, aunque eso le costaba mil y un penurias a la hora de completar el chivo cada quincena, de joven fue estudiante de la facultad de Contaduría y Administración de la Uach y para colmo, con calificaciones de excelencia, según dicen los que recuerdan esa etapa del buen amigo.

Pero la cámara le robó la vida, el ejercicio periodístico se lo tragó por enteró. Incluso cuando trabajaba para un mandatario, no dejaba de ser una fuente de información sumamente confiable para muchos de nosotros, y es que le ganaba la chirinola, le quemaba la lengua y los dedos tener un dato que nadie traía y por eso corría a contárnoslo, para que se publicara.

Un día le pregunté quien de los políticos era realmente su amigo y se soltó riendo, “nombre Cesarin, esos no son amigos, nos contratan, nos usan y hay veces que ni bien pagan y se olvidan de uno hasta que necesitan que vayas a tomarles fotos y para colmo, todos regatean el precio, quieren que trabaje uno de regalado, de a gratis, como si uno les debería la vida”.

Todos los que lo conocieron tienen una anécdota con él, todos los que lo conocieron hoy externan su dolor por su muerte y este tundeteclas contiene las lagrimas, pues se me murió un hermano al que cada vez que lo veía lo saludaba con un relinchido y él a su vez, me respondía con otro, yo le decía: “hermano horse” y el me decía, “Césarin” y me daba un gusto enorme que me dijera “hermano” y que nos contaremos una y otra vez las viejas historias de siempre, de la raza, de los compañeros, de Jolu Jáquez, del Chacha Gálvez, del “Cuijo” Zermeño, de Javier Contreras, de Charly Mario, del “abuelo” Lechuga y de la grilla.

Me lo imagino llegando al cielo y tocándole las puertas a San Pedro, con una gran sonrisa y gritando, “Hola Pedro, ábreme, soy “El Caballo”, unos me decían Jorge, ya llegue, avísale al Jefe”… y es que así era mi amigo y así lo voy a seguir recordando…