El número de muertos se dispara, los países se pelean las escasas vacunas

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La demanda de vacunas contra la COVID-19 supera al suministro global, y tanto la frustrada población como los gobiernos quieren saber cómo conseguir más. Mucho más. Ahora mismo.

El problema, indicó la especialista de vacunas Maria Elena Bottazzi, de la Facultad Baylor de Medicina, es que “no es como añadir más agua a la sopa”.

Los fabricantes de vacunas contra la COVID-19 necesitan que todo salga bien al escalar la producción a cientos de millones de dosis, y cada pequeño revés puede producir una demora. Algunos de sus ingredientes no se han producido nunca al enorme volumen necesario ahora.

Y las propuestas aparentemente sencillas de que otras fábricas cambien su producción para hacer las vacunas nuevas no pueden aplicarse de una día para otro. Esta misma semana, la farmacéutica francesa Sanofi anunció la inusual decisión de que ayudará a envasar y empaquetar algunas vacunas producidas por su competidora Pfizer y su socia alemana BioNTech. Pero esas dosis no empezarán a llegar hasta el verano, y Sanofi tiene el espacio disponible en su fábrica alemana sólo porque se ha retrasado su propia vacuna, lo que son malas noticias para los suministros totales a nivel global.

Los fabricantes de vacunas contra la COVID-19 necesitan que todo salga bien al escalar la producción a cientos de millones de dosis, y cada pequeño revés puede producir una demora. Foto: EFE

“Pensamos, bueno, está bien, son como camisas de hombre, ¿verdad? Simplemente tendré otro sitio donde hacerlas”, dijo el doctor Paul Offit, del Hospital Infantil de Filadelfia, asesor del Gobierno estadounidense en materia de vacunas. “Simplemente no es tan fácil”.

Las diferentes clases de vacunas que se están utilizando en distintos países entrenan al cuerpo para reconocer el nuevo coronavirus, principalmente a la glucoproteína que lo recubre. Pero requieren distintas tecnologías, materias primas, equipamiento y conocimientos.

Las dos vacunas autorizadas por ahora en Estados Unidos, de Pfizer y Moderna, se hacen colocando un fragmento de código genético llamado mRNA -las instrucciones para esa glucoproteína- dentro de una pequeña bola de grasa.

Fabricar pequeña cantidades de mRNA en un laboratorio de investigación es fácil, pero “antes de esto, nadie había hecho mil millones de dosis, ni 100 millones, ni siquiera un millón de dosis de mRNA”, dijo el doctor Drew Weissman, de la Universidad de Pensilvania y que ayudó a desarrollar la tecnología del mRNA.

“Escalarlo no implica sólo multiplicar los ingredientes para conseguir más. Crear mRNA implica una reacción química entre encimas y elementos genéticos, y Weissman señaló que las encimas no funcionan de forma tan eficiente en grandes cantidades.

La vacuna de AstraZeneca, que ya se utiliza en Gran Bretaña y otros países, y la que se espera que lance pronto Johnson & Johnson, se fabrican con un virus del resfriado que lleva el gen de la glucoproteína al cuerpo. Su fabricación es muy diferente: se cultivan células vivas de ese virus en enormes biorreactores, antes de extraerse y purificarse.

Una persona revisa dosis de la vacuna COVID-19 desarrollada por la Universidad de Oxford y la farmacéutica británica AstraZeneca, en el Princess Royal Hospital de Inglaterra. Foto: Gareth Fuller/Pool vía AP

“Si las células se quedan viejas o cansadas o empiezan a cambiar, puedes conseguir menos”, dijo Weissman. “Hay muchas más variables y muchas más cosas que tienes que comprobar”.

Una variedad más clásica, las vacunas de virus “inactivos” como la que fabrica la china Sinovac, requieren aún más pasos y una bioseguridad reforzada porque se fabrican con coronavirus muertos.

“Hay algo que todas las vacunas tienen en común: Deben fabricarse bajo estrictas normas que requieren instalaciones que pasan inspecciones específicas y con comprobaciones en cada paso, lo que consume tiempo pero es necesario para tener confianza en la calidad de todas las remesas.

¿QUÉ HAY DE LA CADENA DE SUMINISTRO?

La producción depende de conseguir suficiente materia prima. Pfizer y Moderna insisten en que tienen proveedores fiables.

Aun así, un portavoz del Gobierno de Estados Unidos dijo que había expertos en logística trabajando directamente con los fabricantes de vacunas para anticiparse y resolver cualquier problema de suministro.

El director general de Moderna, Stephane Bancel, reconoce que sigue habiendo desafíos.

La empresa mantiene la producción las 24 horas del día, de modo que si un día “falta un material, no podemos empezar a hacer productos, y esa capacidad se perderá para siempre porque no podemos compensarla”, explicó hace poco a los inversionistas.

Pfizer ha reducido temporalmente las entregas en Europa durante varias semanas para hacer mejoras en su fábrica de Bélgica y aumentar la producción.

Y en ocasiones las remesas se quedan cortas. AstraZeneca dijo a una indignada Unión Europea que su empresa también entregaría en un principio menos dosis de las prometidas. El motivo citado: una producción menor de la esperada en algunos centros de manufactura en Europa.