Demos mayores atribuciones al DIF para combatir el maltrato infantil

56

En una de las últimas iniciativas que presenté ante el Pleno del Congreso, propuse dotar de mayores atribuciones a la oficina del Desarrollo Integral de la Familia, con el fin de que implemente acciones de prevención y atención contra el maltrato infantil.

El maltrato infantil es una lesión no accidental cometida contra un niño para el cual no hay una explicación razonable. Se trata de un asunto sumamente delicado que debe tratarse con mucho cuidado. Existen distintos tipos de maltrato infantil los cuales son: físico, sexual, por negligencia y maltrato emocional

Es causa de sufrimiento para los niños y las familias, y puede tener consecuencias a largo plazo. El maltrato causa estrés y se asocia a trastornos del desarrollo cerebral temprano. Los casos extremos de estrés pueden alterar el desarrollo de los sistemas nervioso e inmunitario.

Por ende, los adultos que han sufrido maltrato en la infancia corren mayor riesgo de sufrir problemas conductuales, físicos y mentales; a través de estas consecuencias en la conducta y la salud mental, el maltrato puede contribuir a las enfermedades del corazón, al cáncer, al suicidio y a las infecciones de transmisión sexual.

De tal manera que la labor del DIF debe tener un enfoque multisectorial, con programas eficaces que brinden apoyo a los padres de familia, a través de conocimientos y técnicas positivas de crianza, así como actividades gubernamentales que involucren la participación de personal sanitario.

Tales como visitas domiciliarias de enfermeras para ofrecer apoyo, formación e información;

la formación de los padres, generalmente en grupos, para mejorar sus aptitudes para criar a los hijos, mejorar sus conocimientos sobre el desarrollo infantil y alentarlos a adoptar estrategias positivas en sus relaciones con los hijos.

Aparte, otros programas preventivos que han mostrado buenos resultados son

los destinados a prevenir los traumatismos craneoencefálicos por maltrato (también conocido como síndrome del bebé sacudido, síndrome del niño sacudido o lesión cerebral infligida por traumatismo). Generalmente se trata de programas hospitalarios mediante los cuales se informa a los nuevos padres de los peligros de zarandear a los niños pequeños y de cómo afrontar el problema de los niños con llanto inconsolable.

Existen también los destinados a prevenir los abusos sexuales en la infancia. Generalmente se realizan en las escuelas y les enseñan a los niños: la propiedad de su cuerpo; las diferencias entre los contactos normales y los tocamientos impúdicos; cómo reconocer las situaciones de abuso; cómo decir “no”; cómo revelar los abusos a un adulto en el que confíen.

Cuanto antes se producen estas intervenciones en la vida del niño mayores son los beneficios que le pueden aportar a él (por ejemplo, desarrollo cognitivo, competencias conductuales y sociales, logros educacionales) y a la sociedad (por ejemplo, reducción de la delincuencia).

Además, el reconocimiento precoz de los casos y la asistencia continua a las víctimas y sus familias pueden ayudar a reducir la recurrencia del maltrato y a paliar sus consecuencias.

Más allá de sus consecuencias sanitarias y sociales, el maltrato infantil tiene un impacto económico que abarca los costos de la hospitalización, de los tratamientos por motivos de salud mental, de los servicios sociales para la infancia y los costos sanitarios a largo plazo.

Se han identificado varios factores de riesgo de maltrato infantil. Aunque no están presentes en todos los contextos sociales y culturales, dan una visión general que permite comprender las causas del maltrato infantil.

Para maximizar los efectos de la prevención y la atención, la OMS recomienda que las intervenciones se realicen en un marco de salud pública y en cuatro fases:

Definición del problema; identificación de las causas y los factores de riesgo; creación y puesta a prueba de intervenciones destinadas a minimizar los factores de riesgo, y difusión de información sobre la eficacia de las intervenciones y expansión de la aplicación de las intervenciones de eficacia demostrada.

Sólo con estas medidas evitaremos que se sigan presentando agresiones que tiñen de sangre nuestro país con vidas inocentes y es que el 2020 fue particularmente sanguinario para los niños en México, se incrementaron los delitos de abuso sexual, abandono, golpes, homicidio y secuestro durante la pandemia.

El maltrato también se ha incrementado, entre 2015 y septiembre de 2020, fueron registradas 82,766 lesiones contra la población de 0 a 17 años en el país (31,077 niñas y 51,689 niños).

Del 1 de enero al 21 de julio de 2020; el total de niños, niñas y adolescentes reportados como desaparecidos ha sido de 1,970, es decir más de 7 menores al día.

De estos, el 64.2% (1,265) son niñas y el 35.8% (705) niños, estimación de la Red por los Derechos de la Infancia en México.

El 27% de ellos, es decir, 532 casos siguen desaparecidos y/o no localizados. Las 5 entidades federativas que presentaron un mayor número de niños, niñas y adolescentes desaparecidos en lo que va de 2020 son el Estado de México (571), Jalisco (311), Ciudad de México (308), Morelos (110) y Durango (65). En conjunto suman el 69.3% del total.