¡Palacio ha caído, icen la bandera de cabeza!

Hoy no es columna es dolorosa crónica…

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Hoy no es columna es dolorosa crónica…

Los protocolos internacionales son los que señalan que cuando un “palacio”, un cuartel, una ciudad, ha sido tomada por el enemigo, entonces se debe de izar la bandera “de cabeza”, que es la señal internacional de rendición, de que la ciudad ha caído. “Es enviar el mensaje de que todo está perdido”, dice en un dialogo de película Robert Redford. (El Ultimo Castillo 2001).

Hoy es jueves 9 de marzo y Palacio de Gobierno de Chihuahua está rodeado por una cinta color amarillo, de “no pasar”, mientras que trabajadores limpian la banqueta y otros más, sacan vidrios rotos, pedazos de escritorios y demás de su interior y no, no hay una bandera de Chihuahua hondeando de cabeza en el asta bandera de Palacio. ¡Pero sí debería de estar! y de ser posible tamaño gigante, para que todos los chihuahuenses tengamos claro que ¡Palacio ha caído!

La turba compuesta en su mayoría por mujeres, llegó a Palacio a las 17:00 horas, ya habían dejado destrozos a lo largo de toda la Avenida Universidad, las estaciones del Vivebus, todas fueron vandalizadas, lo mismo que otros negocios y por supuesto, las fachadas de los periódicos.

Nada mas llegar y un grupo de jovencitas fueron las primeras en correr para empezar a rayonear las paredes de Palacio, mientras las que venían en la marcha rugían, se presentó el fenómeno “de la turba”, como aquel que pasaba en los circos romanos y cuando la persona se vuelve masa y de inmediato pasa a ser una turba que pide sangre, que pide que las cosas vayan más lejos.

De pronto una joven con el rostro cubierto, tenis negros, calcetines grises a rayas, con medias de red, short negro, cinto negro, top negro, pañoleta verde al cuello y una morada en la cabeza, mochila al hombro, se trepa en una de las ventas de Palacio y con un martillo, muy similar a los que utilizan los alpinistas, empieza a quebrar los vidrios y la muchedumbre rugió.

Tras el rugido, otras hicieron lo mismo, sacaron de entre sus ropas ese tipo de martillos, unos picos y otro tipo de aditamentos y empezaron a quebrar más ventanas y a tratar de destruir la puerta de Palacio.

Teléfono en mano empezamos la transmisión narrando lo que veíamos y en un momento ya estaba rodeado de mujeres exigiendo dejara de grabar, “¡esto es para mujeres, fuera!”, me gritaban unas, mientras otras intentaban quitarme el celular, señalando que no podía tomar imágenes, que violaba sus derechos.

Una de ellas pregunto si era reportero, le conteste que sí y que estaba transmitiendo en vivo para nuestro portal, se voltea y le pregunta a otra manifestante que si me conocía. A quien le preguntó se dice poetisa, con un par de libros ya publicados y por cierto trabajó en algunos medios como reportera, quien a gritos contestó: “si lo conozco pero me vale madre, póngale su chinga, chinguenlo”.

La verdad su expresión me dio risa, se le veía en la cara el odio enfermizo, la excitación de quien está enajenado convertido en turba. Continuamos con la transmisión y en eso llega una chica desnuda, solo cubriendo una parte de sus pechos y su entrepierna con cinta aislante negra, traía el rostro tapada, en la derecha un bote de pintura spray y en la izquierda un martillo de alpinista.

Desvíe el celular para que ella no apareciera en la transmisión, pero seguí narrando, señalando que no la tomaría porque iba desnuda.

Las que me rodeaban escucharon el comentario y algunas de ellas empezaron a gritar, ¡déjenlo, déjenlo! Mientras que otras seguían con su labor de intimidación.

Detuvimos la transmisión y caminamos unos pasos, ahí estaba Pedro Ontiveros, del portal Sueños y Realidades, compañero reportero invidente, quien se ha sobrepuesto a todo y realiza su labor de una forma impecable, con su celular en mano, trataba de hacer tomas y transmisión de lo que pasaba. De inmediato fue rodeado por mujeres enardecidas, que intentaban quitarle el celular para impedir su labor periodística.

¡Déjenlo, es reportero, es invidente, déjenlo! Les gritaba y lo dejaron, insistiendo en que “no pueden gravar, son las mujeres de blanco y negro, ustedes no pueden tomar imágenes”.

Tomamos más imágenes mientras el grupo avanzaba y seguían rayoneando las paredes de Palacio, quebrando sus vidrios.

Ellas siguieron su camino por la calle Libertad, varios negocios cerraron bajando las cortinas metálicas, las que fueron pintarrajeadas.

Llegaron a Congreso del Estado, y aparecieron un grupo de mujeres semi-desnudas y de inmediato el rugido de la turba y a quebrar los vidrios, destruir la puerta, introducirse al inmueble y generar destrozos en el lobby. Lo dejaron hecho un asco, mientras afuera la turba gritaba, rugía y repetían como mantra a gritos, “fuimos todas, fuimos todas”.

Mientras que otro grupo ya pintarrajeaban la vieja “Casa Consistorial”, hoy presidencia municipal y quebraban sus ventanas.

Una mujer, acompañada de su hijo llegó hasta la puerta principal de nuestra Catedral Metropolitana para pintarrajearla, unas mujeres intentaron detenerla, señalando que no se valía atentar contra la Catedral, un hombre, sin aspavientos, trató de evitar que la señora y su hijo, siguieran esparciendo pintura en la fachada y la mujer convertida en energúmeno lo atacó a él, le pintarrajeo la cara y gritaba que ella estaba ejerciendo su libertad y que ella era la agredida.

El regreso fue por la calle Victoria, de nuevo a Palacio, las manifestantes se dividieron, unas siguieron al Palacio de Justicia, otras se quedaron en la Plaza de Armas, compraron elotes y demás. Otras seguían con la manifestación frente a la presidencia, otras por la “Liber”, exigiendo las atendieran y les vendieran nieve, elotes, banderillas, en los negocios que estaban reabriendo.

Mientras tanto Palacio era atacado por sus cuatro costados, las más virulentas estaban por la entrada principal por la calle Aldama, ya habían destrozado la puerta y las ventanas, fue llegar y empezar la transmisión en vivo, pues de Palacio les arrojaban el polvo de los extintores.

Una de las manifestantes utilizó su spray de pintura como “lanza llamas”, con el objetivo de contraatacar y de prenderle fuego a una de las ventanas de Palacio que da a la oficina del coordinador de Comunicación Social, por cierto un sonorense que no tiene tiempo para atender a quien le solicite una cita, ¡está tan ocupado el hombre!, que es por eso que su achichincle de nombre Lorenzo es el que atiende a las visitas y a todos les dice lo mismo, “que bueno que te veo, yo le comentó al jefe”.

Total, seguimos con nuestra cronica.

De nuevo fuimos rodeados, intentos de quitarnos el celular, golpes en la cabeza, en la espalda y patadas en las piernas. Una de ellas trataba de quitarnos a las demás, nos interrogaba a gritos, se les contestaba: “soy reportero, estoy transmitiendo en vivo”, seguimos con la transmisión narrando lo que veíamos y de pronto, pintura en la cara, en los ojos, principalmente en el ojo derecho, en el que ya llevamos tres operaciones.

La más razonable de ellas, me pasó un pañuelo gritando, “tápese la cara”, mientras nos llovía más pintura y diamantina de esa diminuta y ella exigía, “¡no a la violencia, no agredan, no a la agresión!”.

Les dijimos que ya había terminado la transmisión, pero no apagamos el celular, ellas se veían sumamente endiabladas y en cualquier momento podría darse una agresión mayor. Se hicieron a un lado y cuando tuvimos el camino libre seguimos caminando y fue hasta ese momento que detuvimos la transmisión en vivo.

La plaza fue tomada, cada nuevo grupo que llegaba, de nuevo pintas sobre Palacio, tratando de quebrar los marcos de las ventanas.

Una de las manifestantes fue y le prendió fuego a las ventanas, otras más le ayudaban, la muchedumbre emitió un grito de turba enardecida, ¡quémenlo, quemen Palacio a la chingada! Gritaba una mujer con los ojos desorbitados, mientras otras más se sumaban a la solicitud.

Fue en ese momento cuando desde el tercer piso de Palacio, dos empleados de gobierno arrojaron granadas de gas lacrimógeno. El incendio tomaba fuerza, amenazaba con salirse de control.

La muchedumbre aullaba, eran gritos de locura inaudita.

Llegaron los bomberos, para combatir el incendio, algunas de las mujeres bailaban y gritaban, ¡qué se queme, qué se queme!

De pronto se corrió la voz: “hay vienen los soldados, ¡vámonos la chingada!” Y la multitud se empezó a dispersar, mientras que la calle Venustiano Carranza era invadida por una nube de gas lacrimógeno y los bomberos seguían con la labor de combatir el incendio.

El que llegó al lugar rodeado de un grupo de agentes y de antimotines fue el Secretario de Seguridad Pública Estatal, Gilberto Loya, sus declaraciones fueron que no había habido heridos, que se evitó al confrontación, que se privilegió la paz y evitar una tragedia mayor.

¿Gilberto, no es demasiado tarde para decir eso?, le preguntamos y respondió, “no hubo heridos”.

Palacio quedó echo un cochinero, ventanas y puertas destruidas, el incendio estuvo a nada de llegar a la tragedia, las manifestantes corrieron.

Ya eran casi las 19:23 horas, habían pasado cinco horas de la llegada de la turba a Palacio, seis horas desde que había empezado la marcha en la glorieta a La División del Norte.

Durante seis horas, el centro fue tomado, gobierno abandonó la plaza, las manifestantes generaron destrozos y actos absurdos que no tienen nada que ver con una lucha contra la violencia.

En la Ciudad de México también hubo marchas y protestas, pero Palacio Nacional y otros edificios y monumentos fueron resguardados, con vallas metálicas y cientos de elementos de la Guardia Nacional y de la Policía de la Ciudad de México.

En Chihuahua el gobierno salió corriendo.

Hace muchos años leí un libro, en donde dos soldados del rey llegaron tarde a Palacio, desde la loma antes de entrar a la ciudad, uno le dice al otro: “ya es demasiado tarde, Palacio ha caído” y el otro le reponde, ¿porqué lo dices?, y el primero le contesta, “nuestra bandera está de cabeza” y los dos se abrazan.

Hoy Palacio de Gobierno de Chihuahua luce destruido, y en el asta bandera no hay una bandera de cabeza, si esta fuera una película o un libro, la frase del soldado que llegó tarde, tendría que ser: “huyeron tan rápido que ni tiempo se dieron de izar la bandera de cabeza, ni siquiera supieron decretar la rendición”.

Hoy es 9 de marzo y no, no había espacio para una columna, había que escribir una crónica, pues Palacio ha caído, su fachada hoy grita, “hay una ausencia absoluta de gobierno”. Y duele….