Murió Arturo Meraz presidente del IEE… ¡ya no fuimos a desayunar!…

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La madrugada de este sábado murió el presidente del Instituto Estatal Electoral, Arturo Meraz González, víctima del Covid-19. Desde el pasado 14 de octubre se encontraba hospitalizado recibiendo atención medica intubado para poder llevarle oxigeno a los pulmones.

Conocí al “Negro” como Vocal Ejecutivo del Registro Federal de Electores, él fue el encargado de todo el operativo para la “credencial para votar con fotografía”, en la década de los noventas.

Chihuahua llamó la atención a nivel nacional en ese proceso, tanto, que fue necesario que el instituto Federal Electoral, realizara varios encuentros regionales para modificar las reglas de operación para la fotocredencialización de país, “pues los de Chihuahua pusimos el desorden y con eso le dimos orden a ese proceso”, le gustaba mencionar al “negro”, emocionado por el buen trabajo realizado y que se puede tomar sin lugar a dudas como uno de los primeros pasos ciertos en la democracia a la mexicana.

En ese entonces el IFE estaba en las manos de Emilio Chuayffet Chemor, aquel que llegó a ser luego gobernador del Estado de México por el PRI, además de diputado federal y senador por ese partido y quien por cierto murió en agosto del 2015.

El vocal en la entidad era un zacatecano, Miguel Rivera Villa, quien junto con Arturo Meraz y Oscar Zezati, tuvieron a bien tomar la determinación de democratizar todo el proceso de fotocredencialización y levantamiento del nuevo padrón electoral y todos los partidos políticos nombraron representantes y colaboradores en todas las áreas de ese proceso, incluyendo a quienes acudieron a hacer los levantamientos en el campo.

Arturo era un enamorado de los procesos para democratizar al país, podía pasar uno horas platicando con él de los procesos y de la necesidad de agilizarlos, entendía muy bien que la llamada “ciudadanización” de los órganos electorales no era perfecta, pues sigue estando en manos de los partidos políticos o dicho de mejor forma, sigue siendo una mentira que se cuentan entre ellos los partidos políticos y los dueños del poder y que creen ellos que los ciudadanos nos tragamos el cuento.

“Pero mira, peor estaríamos si los órganos electorales siguieran en manos directas de gobernación, como antes pasaba, ahora cuando menos se tienen que portar con más decoro”, decía Meraz, reconociendo las fallas, pero ilusionado por el hecho de que la democracia avanzaba, de forma lenta, casi a paso de oruga, pero avanzaba.

Sin lugar a dudas fue un triunfo personal enorme para Arturo Meraz llegar a la presidencia del Instituto Estatal Electoral, un triunfo que no fue exento de grandes decepciones, “este órgano, como todos los demás en el país no son perfectos y hay muchas cosas que se deberán de cambiar con el tiempo, pero así son las cosas y tenemos que hacer el trabajo”, platicó Arturo mientras nos tomábamos un café en su nueva oficina.

Meraz llegó al Instituto Estatal Electoral en el 2015, para ser el encargado de proceso electoral del 2016 y tras el triunfo de Javier Corral y acenso a la gubernatura, Arturo platicaba que en realidad eran muy similares los panistas y los priistas en el poder, sobre todo en eso de meter las manos hasta los codos en el Instituto.

Teníamos varios meses sin platicar, entendí hace tiempo que mis visitas le incomodaban, cosas que él y yo entendíamos a la perfección.

La ultima vez que nos vimos nos topamos una noche en el super, ambos cumpliendo con la obligación de llevar leche y pan para la cena de la familia, platicamos poco, pero quedamos de vernos para ir a desayunar.

Le dio gusto ver que seguíamos siendo amigos, me recordó con risas el veto publicitario que se dictó en contra de esta página, el cual por cierto todavía sigue y al ver que yo sabía de esa situación y que no lo culpaba a él de que nuestra propuesta no fue tomada en cuenta se sintió aliviado.

Le explique que era por eso que habíamos tomado la determinación de ya no seguir llevándole propuestas, pues entendíamos que no tenia caso hacerlo y con risas le dije que ya no lo visitaba porque las orejas y demás espías que tenía en la oficina iban a ir con el chisme a Palacio y eso lo iba a meter en broncas.

“Pero seguimos siendo amigos mi César, así que vamos a desayunar para platicar y sirve que me cuentas alguna cosas que creo tú si entiendes mejor”, me dijo con su sonrisa franca.

Arturo y yo ya no fuimos a desayunar, la culpa fue primero por el trabajo, tuvimos que cambiar la cita y después de eso fue cuando me enteré que fue hospitalizado por esta pinche enfermedad que a unos los mata casi de inmediato y a otros ni cosquillas les hace.

Disculpe usted, esta no es una nota sobre la muerte de un funcionario electoral, no, estos renglones son para despedirme de un amigo, de uno al que siempre le reconocí el deseo enorme de hacer que la democracia real llegue a México, de uno que sabía que las cosas no eran perfectas, pero no por eso dejaba de dar su mejor esfuerzo para que fueran.

¡Hasta la vista pinshe Negro!… ¡te me pelaste y ya no fuimos a desayunar!