Monseñor Juan Manuel González Sandoval Obispo de la Tarahumara afirma “Estado de Derecho no cumplido”

201

Emite carta a un mes del asesinato de Jesuitas en Cerocahui, donde afirma que “Muchas cosas han fallado social, política y económicamente hablando”.

El Obispo de la Tarahumara, Monseñor Juan Manuel González emite carta a un mes de los trágicos asesinatos en Cercoachui, en donde pedieron la vida Padre Gallo y Padre Morita, sacerdotes jesuitas.

En su carta llama a la consolación y la búsqueda de la paz entre los hombre y mujeres de buena voluntad, pero no deja de reconocer y señalar que “Muchas cosas han fallado social, política y económicamente hablando”.

De igual forma sostiene que: “…estamos viendo y viviendo la descomposición de un tejido social que nos hace vulnerables ante las fuerzas del mal; un Estado de Derecho no cumplido y no defendido por muchos de nosotros, especialmente por aquellos que tienen por encargo de la ciudadania, “servir y hacer valer la ley”, que nos dé un orden social y oportunidades para vivir de acuerdo a nuestra raza y cultura, a nuestro estado de vida, religión, ideas políticas o formas de pensar distintas que hacen de nosotros un país rico y hermoso”.

A continuación les presentamos la carta integra enviada a su feligresía por Monseñor Juan Manuel González Obispo de la Tarahumara:

“A Mujeres Y Hombres De Buena Voluntad:

Hoy se cumple un mes de la muerte violenta de nuestros hermanos, el Padre Javier y el Padre Joaquin, acontecimiento que nos ha dolido muchísimo a todos los que vivimos en la Sierra Tarahumara y especialmente a los que los conocimos y tratamos como lo que eran, unos hermanos no solamente en el Ministerio Sacerdotal, sino sobre todo en la vida diaria, ya que ellos, en los pequeños detalles mostraban el cariño y el amor de Dios, sobre todo en la preocupación por los indígenas y todos aquellos que necesitaban de su favor.

Ejemplo y testimonio de vida para todos los que los convivimos con ellos, pero no solamente, sino también ejemplo y testimonio de vida por la herencia que han dejado para las próximas generaciones: niños y adolescentes que necesitan de modelos, que sean un paradigma, de que es posible, llevar una vida recta y que la felicidad no solamente radica en las cosas materiales, sino que hay valores más profundos que dan sentido a la vida.

La Tarahumara con sus montañas y barrancos, con su variedad de especies animales y plantas; al igual que Chiapas con sus ríos y selvas; Michoacán con la riqueza de sus paisajes, en sus huertas o en la pesca de sus playas; Guerrero, Zacatecas, no se diga, Guanajuato o Jalisco, etc. ¡son México! …con la preciosidad de su gente. Hombres y mujeres humildes que en la ciudad o el campo, día con día luchan, se esfuerzan y trabajan por llevar una vida digna y hacer una patria mejor.

Desgraciadamente muchas cosas han fallado social, política y económicamente hablando y ahora estamos viendo y viviendo la descomposición de un tejido social que nos hace vulnerables ante las fuerzas del mal; un Estado de Derecho no cumplido y no defendido por muchos de nosotros, especialmente por aquellos que tienen por encargo de la ciudadania, “servir y hacer valer la ley”, que nos dé un orden social y oportunidades para vivir de acuerdo a nuestra raza y cultura, a nuestro estado de vida, religión, ideas politicas o formas de pensar distintas que hacen de nosotros un país rico y hermoso.

En la Tarahumara, a lo largo de su historia, han caminado y siguen caminando: Rarámuri, Odames, Pimas y Guarogios, junto con tanta gente mestiza, entre los que se cuentan los que son originarios del lugar y los que venimos de fuera. Allí estaban nuestros hermanos, P. Javier y P. Joaquín. Ambos con más de 50 años de vida, acompañando y sirviendo a los más vulnerables, dando lo mejor de sí mismos. Dones y talentos al servicio de los demás.

¡Qué dicha y oportunidad, el haber vivido con ellos y compartido tantas experiencias, que marcaron positivamente la vida de muchos que los conocimos!

Por tierra o por aire… caminando o a caballo… con sombrero, cachucha y bastón, recorrieron la Sierra, siempre con el deseo de llevar el Evangelio, no solo de Palabra, sino con su testimonio de vida. En los pequeños detalles de cada día nos enseñaron el valor y la satisfacción de una vida dada, sin reservas al servicio de los demás.

…Esta es la memoria, que a un mes de su muerte, queremos celebrar y guardar en el corazón de cada creyente y no creyente.

Ejemplo de vida, que sirva para que todos sigamos asumiendo nuestras propias responsabilidades, para que no dejemos de sumar en la construcción de un mundo, dónde reine la Justicia, la Paz, el Amor y la Verdad.

La Diócesis de Tarahumara, nos seguimos uniendo a la pena y al dolor de todos los miembros de la Compañia de Jesús y de todas aquellas personas, familiares, amigos que conocieron a estos hermano nuestros. Que su sangre derramada siga siendo un ejemplo de fe y confianza en Dios, sabiendo que El es el único que nos puede dar esta paz tan anhelada que tanto buscamos.

Que Dios en su infinita misericordia y bondad, tenga también a nuestro hermano Pedro, compañero de martirio del P. Javier y el P. Joaquin, en su Reino y a su familia le conceda las gracias que necesita, en valor y fortaleza, en fe y esperanza.

lijAdelante!!! La vida tiene que continuar y Dios nos pedirá cuentas, de la bondad y el amor que hayamos dado y dejado en esta tierra. Que Santa María de Guadalupe, nuestra bondadosa Madre, nos acompañe siempre

Con mi bendición:

Juan Manuel Gonzalez Sandoval Obispo de Tarahumara”.

Fin de la carta.