Las peores formas de morir, según la ciencia

187

La muerte es, por defecto, inoportuna. La mayoría de las muertes provocadas por el mundo natural suelen ser relativamente sin incidentes, pero la naturaleza puede ser cruel y espectacularmente espantosa de vez en cuando, proporcionando a la ciencia la tarea poco envidiable de separar cómo ocurrieron estas muertes, paso a paso.

Aquí tienes una selección de varias formas realmente horribles y accidentales de lanzarse al olvido, y la ciencia tras ellas. La mayoría de estas formas de morir son relativamente indoloras para las víctimas, pero sería bastante horripilante observarlo accidentalmente. Cuidado si no tienes un estómago sensible.

Gastamos mucha energía para evitar pensar en la muerte y caer en ella, pero la muerte es un estado inevitable del ser humano, por el momento. Y a pesar de que lleva sucediendo, ya sea a propósito o por accidente, desde antes de que los humanos fueran humanos, no ha habido un consenso científico real sobre qué tipos de muertes debemos tratar de evitar.

¿Quizá morir ahogado es la peor? ¿Ser quemado vivo? Pueden que hayamos pensado en esto de manera impersonal, como algo que aparece en las películas o incluso que solo puede suceder en nuestra realidad en circunstancias realmente extrañas. Si hablas de ello es probable que, al poco rato, el tema pase página y sigas con tu vida tranquilamente.

Pero las muertes que atormentan nuestras pesadillas tienen algunas características comunes y podemos reunir diversas perspectivas científicas diferentes, leer entre líneas y obtener una respuesta a la pregunta de “la peor forma de morir”.

Más allá de las reacciones alérgicas o los ataques de tiburones, está claro que la respuesta no va a gustarle a nadie.

El científico Paul Doherty y el escritor Cody Cassidy se sentaron a reflexionar sobre la antigua pregunta de cuáles podrían ser las peores formas de morir, y se les ocurrieron algunos escenarios improbables, aunque aterradores. Sus respuestas consideraron situaciones aparentemente imposibles o improbables, y podemos encontrarlas en “And then you’re dead: What Really Happens If You Get Swallowed by a Whale, Are Shot from a Cannon, or Go Barreling over Niagara”, libro publicado por Penguin Books y que el New York Times calificó de “entretenido y desgarrador”.

 

PD: Repetimos, no es apto para estómagos delicados.

Atrapado en un ascensor que cae
Atrapado en un ascensor que cae

Sin la prevención de tumbarse boca arriba para mitigar el impacto y aún estar de pie en el momento del impacto del ascensor tocando el suelo, los órganos internos pueden intentar mantenerse en movimiento, a pesar de que el resto del cuerpo no. Debido a esto, los órganos podrían salirse de la parte inferior del cuerpo y las extremidades podrían romperse tras el impacto. Sin embargo, si la caída no destruye el cerebro, una persona podría sobrevivir el tiempo suficiente para ver cómo se abren sus entrañas.

Desollamiento
Desollamiento

Ha sido uno de los métodos de ejecución más brutales de la historia y, según la ciencia, una de las peores formas de morir. El desollamiento tiene una historia larga y grotesca, pues existen registros de la práctica desde el Imperio Neo-Asirio (comenzando en el 911 a. C.), pero ha surgido en la mayoría de las civilizaciones en un momento u otro, incluida la Europa medieval (donde solía ser utilizada como castigo para los traidores) y en el ritual de sacrificios humanos hechos por los aztecas en México. A pesar de las distintas técnicas, la base es la misma: hacerlo lentamente, cortando la piel del cuerpo de manera insoportable mientras se mantiene viva a la víctima el mayor tiempo posible (y cuando sea posible, eliminar la piel intacta). Los emperadores chinos Sun Hao, Fu Sheng y Gao Heng incluso ordenaron que se retirara la piel de los rostros de sus víctimas. La muerte normalmente vendría como resultado de una pérdida de sangre masiva y un shock, pero en los casos desafortunados donde se usaron desolladores expertos, la víctima podría mantenerse viva en un estado de agonía perpetua durante varios días antes de sucumbir finalmente a las heridas infectadas.