Debe reducirse la carga fiscal impuesta al vino de mesa

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Hoy en día la cadena de suministro de vid, enfrenta, además de las condiciones naturales adversas, un complicado panorama fiscal, ya que el porcentaje de impuestos por botella de vino de mesa producida es sumamente alta.

Esto provoca que el mercado de consumo, termine cerrándose o complicándose muchísimo para los productores nacionales y locales frente a las botellas producidas en suelo extranjero y de igual o menor calidad que las propias.

Por esta razón, las de procedencia extranjera terminan costando en ocasiones hasta la mitad que las locales por un tema únicamente fiscal y recaudador.

De hecho, un vino de mesa es tasado con un doble impuesto, que de entrada resulta inconstitucional; se trata del Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios y el Impuesto al Valor Agregado, que en promedio asciende a 42.5%.

Por tanto, es fundamental eliminar la tasabilidad de impuestos que no tienen ningún otro objeto aparte del recaudador, mismos que al final de cuentas se van a las arcas de la federación y no regresan como incentivos o apoyos al estado.

Para reducir dicha carga impositiva, presenté una iniciativa con carácter de decreto al Congreso de la Unión, a fin de que sea eliminado por lo menos el impuesto de producción.

Resulta inaudito que el costo del vino de mesa producido localmente aumente 50%, siendo que en el vecino país de Estados Unidos de América, la misma botella puede costar la mitad de lo que vale en México.

Junto con mi petición, quiero ponderar la importancia de aumentar e incentivar el cultivo de la vid, que además es más noble y amigable con el medio ambiente frente a cultivos como la nuez y la manzana, pues consume en agua en un año lo que un nogal aprovecha en una semana, y con un rendimiento del cultivo prácticamente de un tercio.

Además de ser un alimento, el vino es una industria sumamente diferente a la producción de licores y bebidas destiladas, además de su bajo contenido de alcohol, su producción genera otros atributos positivos a la región, además de la productividad económica, la cantidad de empleos tiene virtudes que le dan a nuestro país un nuevo prestigio que hasta hoy solo recibían países como Francia, España, Chile, entre otros.

Incluso México hoy goza de un renombre que en tiempos pasados no tenía siquiera la posibilidad de explorar.

La legislación nacional contempla a los vinos como el resultado de procesos de destilación, considerándolos dentro de todas las bebidas que sí lo son y que tributan según el tabulador de la Ley del Impuesto Especial sobre la Producción y Servicios, que debería ser distinto y particular para las bebidas que resultan del proceso de la fermentación, como es el caso de la cerveza.

Además de la doble carga tributaria impuesta al vino de mesa, se genera un impacto directo en los costos de producción, un riesgo de reducción en la producción de botellas y aumento de productores, además del daño que sufre la economía, pues recordemos que no aunado a la producción de botellas de vino, también se explota el turismo a través de las vendimias, recorridos en los viñedos, catas y en ocasiones el hospedaje, servicios que brincan las propias casas vinícolas para buscar un sustento que ayude a mermar las altas cargas tributarias impuestas a este bondadoso producto derivado de la vid.

Actualmente, en Chihuahua se cuentan con nueve vinícolas formales, entre las más sobresalientes o de mayor producción, se han obtenido un gran número de medallas y premios de talla nacional e internacional, destacando incluso entre los mejores vinos franceses, españoles e italianos.

Incluso con la diversidad de microclimas con los que cuenta el estado, las vinícolas han destacado en diferentes regiones y condiciones climáticas, adaptándose cada cual a sus posibilidades y retos.

Chihuahua es el estado más grande de la república y como tal, alberga una gran extensión de terreno e innumerables oportunidades para seguir experimentando y trascendiendo en el cultivo de la vid y sus bondades y productos.