6 películas para ver una sola vez… Y no volver a hacerlo nunca

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Todos tenemos esa película favorita que podemos ver una y otra y otra vez. También, sin embargo, están esas obras selectas de las que te enorgulleces de haber visto porque cambiaron tu vida, pero que no volverías a ver porque fue una experiencia muy dura. Aquí te dejamos seis cintas que nos marcaron por siempre.

1. Réquiem por un sueño

¿Qué es Requiem for a Dream? ¿Una obra perfecta de ritmo y drama? ¿El marco a través del que contemplamos la decadencia de la humanidad, el asesinato del alma, o algo más?

Darren Aronofsky logra saltarse las trancas de la incomodidad y llevarnos al fondo del abismo de la condición humana y dejarnos ahí, llorando desconsoladas sin querer movernos porque nos da miedo el mundo. Requiem for a Dream es más que la escena de las pupilas dilatadas cuando consumen drogas, es más que las adicciones. Es hermosa y lo que quieras, pero no la he vuelto a ver en mucho tiempo.

2. Audition

El señor Aoyama se deja convencer por su hijo para volver a buscar pareja luego de siete años de estar viudo. Un amigo suyo, productor de cine, organiza una audición falsa para que conozca mujeres. Se fija en una atractiva exbailarina que es muy tímida y recatada. Esa es la premisa de una de las películas más difíciles de ver de la década de los 90: Audition, del gran Takashi Miike.

La película es una joya o, mejor dicho, un diamante de sangre. Todo parece tranquilo, una telenovela costumbrista japonesa que en realidad es una historia de acoso con giros de tuerca macabros y un final que te hará voltear la mirada. Mi recomendación es que abras bien los ojos y observes lo que pasa, para que no tengas que verla otra vez. Audition está bien chida, pero qué ansiedad verla de nuevo.

3. Eternal Sunshine of the Spotless Mind

A los cinco minutos de comenzada Eternal Sunshine of the Spotless Mind, ya es puro llorar y llorar. Yo no sé qué estaba pasando en la vida de Charlie Kaufman en el momento que escribió la película, pero sí dan ganas de abrazarlo y decirle: “Anímate, ¡todo está bien!”. Aunque nada esté bien, aunque todo esté mal.

Michel Gondry era el indicado para contar esta historia de desamor como si fuera un cuento de hadas ciberpunk depresivo, y que Jim Carey fuera Joel fue otra cosa. Ese señor que nos había hecho reír tanto con sus películas simplonas ahora aparece llorando a mares con el alma expuesta.

4. The Hateful Eight

Los 8 Más Odiados es una de las películas de Quentin Tarantino que menos le gustó a las audiencias (que siempre quieren ver Kill Bill), pero es una de las mejores del director estadounidense. No es un western cualquiera, es una bomba de tiempo de 167 minutos que está a punto de explotar todo el tiempo y, cuando por fin lo hace, no lo esperas. La razón por la que no volvería a verla es que es extremadamente larga y contemplativa.

5. Uncut Gems

Diamantes en bruto es una de las JOYAS producidas por Netflix, no importa cuando leas esto. Es la prueba contundente de que Adam Sandler sí sabe actuar y que la Academia lo odia, porque al menos un Óscar sí se merecía. Qué brutal actuación e historia. Desde el primer minuto ya estás clavado en la vida de este joyero y todas las triquiñuelas que hace para ganar dinero y burlar a los prestamistas. La película siempre va con la tensión hacia arriba y no para, no da descanso.

6. The Cove

Todo el mundo tiene que ver al menos una vez The Cove. Este documental estadounidense muestra la forma en la que año tras año se cazan los delfines que van a parar en los espectáculos de todo el mundo (esos mismos que amas ver en Cancún y te hacen sentir tan unido a la naturaleza).

Spoiler Alert: Vas a perder la fe en la humanidad y no vas a recuperarla.

El documental te abre los ojos hacia el sufrimiento de los delfines (que son seres pensantes como nosotros) y muestra una cara que no conocías de Japón.

Son películas hermosas y obras de arte consagradas, pero cómo duele verlas.