Se ‘huí aré, Chacarito…

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En el lenguaje Rarámuri, hay una expresión que significa “hasta luego”, pero no tiene el sentido descuidado con el que hablamos los “chavochis” -hombres blancos-, no, para los originales de la Sierra de Chihuahua, la expresión es usada como una certeza, como un hecho de que en unos días más nos volveremos a ver y por ende no es una despedida, es la certeza de una próxima reunión y esa expresión es: “Se ‘huí aré”.

Por ejemplo, en esa lengua el “Mani cu Simi” es una despedida definitiva, es un tajante “ya me voy”, que implica que no hay una cita próxima o que no se tiene pensado regresar.

Y el “Ariósiba”, es la respuesta a ese “ya me voy”, pues es un “adiós”, dicho casi en forma definitiva o que no implica una próxima reunión.

La explicación me la dio un amigo de la sierra y vaya usted a saber si es cierto o no, pero entendí a la perfección que mi amigo trataba de hacerme ver que los raramuris y demás etnias de la Tarahumara, tienen conceptos muy distintos sobre lo que es la vida, sobre lo que es “vivir bien” y esas cosas que a los chavochis nos vuelven locos y nos hacen ser “demasiado enredosos”.

En la fe católica, el paso de una persona a “la otra vida”, es cumplir solo con una parte del ciclo para el que fuimos creados, es decir, es trascender a la vida eterna, “a la vida real”, es por eso que una de las expresiones más bellas del catolicismo, es cuando se da a conocer que alguien, “ya está en la casa del Padre” o que “acaba de partir a la casa del Padre”.

Los monjes de la orden CISTIRCIENSE, que fue la que fundó San Roberto, “El Rebelde”  tomando como base la Antigua Orden de San Benito y que luego San Esteban Harding y San Alberico, mantuvieron en pie, hasta la llegada de San Bernardo de Claraval, “El Boca de Miel”, tiene la costumbre de que cuando muere un monje, se entonan los cantos más bellos, los más alegres, pues tienen la certeza de que ese monje, ya está disfrutando del paraíso en compañía de Dios.

Claro, es entendible que los seres humanos mostremos el dolor por la separación temporal de un ser querido, cuando la muerte llega.

Ayer jueves fue cuando se dio la noticia de la muerte del profesor Miguel Ángel González, a quien el “lengua de hacha” al que algunos le dicen “El Apache” o “El Chino” y que muchos conocen por su nombre de Juan Enrique López, lo bautizó con el apodo de “Chacarito”, por su gran parecido con el corredor indígena que junto con su amigo “Churo”, rompieron todos los récords de las carreras de ultra maratón del mundo.

El Profe tenía ya varios días hospitalizado por un derrame cerebral, hace un par de días su familia dio a conocer que lo iban “a desconectar” y que dejaban en manos de Dios la recuperación del profe, pues los aparatos lo mantenían a la fuerza con vida. Pasaron varios días y el Profe dejó de respirar y partió a la casa del Padre.

Para algunos despistados resultó impresionante ver la reacción en redes sociales, pues muchos nos despedimos del amigo y mostramos de muchas maneras distintas el pésame a su familia.

Pero bueno, esos despistados a la mejor no saben de que la larga vida del Profe, del maestro rural, del Profe de la Escuela de Trabajo Social, del grillo estudiantil, del que se convirtió en un icono dentro del PRI, del servidor público que en todos lados era bine recibido y que todo mundo tenía algo bueno que contar de él.

Desconocen que el Profe, fue un político de esos de los que ya no hay, con una palabra amable par todos y mucho menos sabrán de su gran afición por la Lucha Libre, de las noches de bohemia  “sabineras” y claro, de las noches jugando al poker con los amigos.

En los últimos años, al Profe le entró la vena de escritor, de narrador en crónicas de los temas que a él el apasionaban sobre la historia de nuestra entidad.

Al saber eso, resulta más fácil entender porque somos tantos los que nos despedimos del amigo, no del político, o del profesor, o del empresario de espectáculos de lucha libre, pues Miguel Ángel González trascendió todas esas cosas, esas particularidades con un don de gentes que no cualquiera consigue desarrollar.

Es por eso que resultaba chocante leer que el Profe “había perdido la batalla” o que fue “derrotado en la tercera caída”, no para nada, un amigo que trascendió a todo no puede ser “despedido” señalando una derrota.

Festejamos tu vida Profe, saludos tu sonrisa, tus ganas de vivir, tu forma de preguntar, “a que no adivinan donde estoy y con quien”, tu capacidad para demostrar empatía, para generar amigos, para charlar apasionado, pero sin insultar a nadie, dando la opinión y escuchando la del otro.

Bien dicen los hermanos trashumaras, “Se ‘huí aré”, es decir, “hasta la vista” y le agregamos el apodo de “Chacarito”, porque te hacía reír, porque te reconocías como hijo de la Sierra, porque eras orgulloso de tu procedencia.

Ahora sí, que suenen fuerte las canciones de Joaquín Sabina, que en la sierra suenen los tambores  de las etnias, esos que con su ruido guían a las almas al cielo y que tu familia y amigos entendamos que solo diste el siguiente paso, así que: “Se ‘huí aré, Chacarito”… que en la otra vida nos alcanzamos…