La razón por la que las llamadas de Zoom agotan tu energía

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Tras el brote de coronavirus COVID-19 en Wuhan, el mundo entero se encuentra en una contingencia sanitaria para evitar la propagación del virus. En consecuencia y para que la vida estudiantil o laboral no se detengan las videollamadas han cobrado un gran valor en nuestras vidas como un monumento de la comunicación humana.

Ahora el estar encerrado no es un impedimento para estudiar o trabajar para unos cuantos. Ante esta situación resulta de gran importancia mantener la comunicación constante, el estar conectados y de la mejor manera para poder hablar a distancia con otras personas.

Zoom se ha convertido en uno de los programas de videollamadas más populares en tiempos de coronavirus, permitiendo realizar llamadas con hasta ocho personas a la vez, ideal para las clases en línea. Y aunque existen otras alternativas como Skype, Google Meets, Discord para los videojuegos, Zoom brinda un excelente servicio y una plataforma fácil de utilizar.

Aunque la sociedad parece sobrevivir al aislamiento por la cuarentena, la ciencia psicológica dice lo contrario ya que ha descubierto en este tipo de interacciones un nuevo cuadro clínico, llamado “fatiga de Zoom”.

El doctor Paul Penn de la Facultad de Psicología de la Universidad de East London y autor del término, explica en su obra La Psicología del estudio efectivo, las consecuencias en el ser humano al solo depender de las videollamadas,

“El problema que aborda es que, en la comunicación digital las señales no verbales (expresiones faciales, trayectoria de la mirada, gesticulación) a menudo están ausentes o distorsionadas. En términos de vídeo chat en línea, cosas como un lapso de tiempo, baja resolución, ángulos de cámara / iluminación dudosos, problemas técnicos, etc., contribuyen a hacer que tales señales sean más difíciles de percibir y responder adecuadamente”, comentó.

Uno de los grandes problemas mencionados en su obra es como la comunicación cara a cara puede volverse fastidiosa.

La situación generada por la pandemia hace que nos veamos obligados a depender de las videollamadas para mantener nuestras interacciones sociales, inclusive en entornos formales como el trabajo. Lo que causa una disonancia en la forma que percibimos la capacidad de chatear a través de vídeo.

Nuestra percepción del chat en línea basado en vídeo se ha visto empañada por el estrés y la desafección asociados con su imposición sobre nosotros y nuestra reducción en el control tenemos más de su omnipresencia en nuestra vida cotidiana”.

La recomendación de Penn es realizar menos llamadas semanales para desintoxicarse.