Una reflexión personal. Luis Villegas Montes

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LAS FEMINISTAS Y LA PAJA EN EL OJO AJENO…

Es infame la andanada que, desde las instituciones públicas, particularmente el Instituto Chihuahuense de las Mujeres, se desató en contra de los ciudadanos que tuvieron el atrevimiento de marchar en defensa de sus convicciones, aunque ése es motivo de otra reflexión.

Esa postura atrabiliaria e idiota, muy cercana al fascismo, que caracteriza a ciertas organizaciones “progresistas”, queda de manifiesto con una imagen que acompaña estos párrafos en la que se observa, en dos recuadros distintos, a un “padre de familia” hablando con su hija bajo sendos encabezados: “LO QUE PASA” y “LO QUE DEBE PASAR”.

El mensaje que se desprende, dicho sucintamente, es que los padres, inculcamos ciertas ideas en nuestras hijas y lo que “hacemos” es decirles algo así como: Ya no eres una niña y, para que no te pase nada feo, debes ser recatada, no puedes salir tarde sola ni usar ropa corta o ajustada; en el “deber ser”, el mismo señor le dice a su hijo: el cuerpo de una mujer es exclusivamente suyo, cuando dice “no” quiere decir “no” y debes de respetarla porque es un ser humano como tú.

Esta imagen que pareciera muy ilustrativa, lo es sólo en apariencia; para lo que sí sirve es para demostrar cómo los prejuicios de estos “grupos facciosos” campean por sus fueros y a base de distorsionar la verdad de las cosas, o mirarlas de manera parcial, arriban a “realidades” arbitrarias o a francas “medias mentiras”.

En la imagen de marras, válida como puede ser en su limitado contexto, hacen falta otras imágenes; por ejemplo, dos de la mamá diciéndole, exactamente lo mismo, a su hija y a su hijo; otras dos de los padres, en pareja, haciéndolo también con ambos; y, por lo menos otras dos, de la familia ampliada: abuelos y tíos.

Porque el problema no es que el padre eduque, él solo, en ese esquema machista que tanto repugna, lo que es completamente falso; de hecho, siendo la discriminación un problema social, corresponde a la sociedad en su conjunto resolverlo; peor además porque no es cierto que exista un único responsable en el seno familiar, también la pareja de padres, de abuelos, de tíos, y por supuesto la madre, influyen en la repetición de esos esquemas lamentables.

Imágenes de ese tipo lo único que logran es exacerbar el problema, porque se parte de premisas falsas, mentirosas, equívocas; y desplazan la solución del mismo porque resultan agresivas en extremo: la acusación implícita es: sólo tú varón (macho), educas a tu hija (posible víctima) para que se someta a ese esquema de indignidades; y también sólo tú varón (macho), educas a tu hijo (futuro macho/agresor) para que vaya por ahí abusando de las mujeres.

Falso, falso, falso, falsísimo; en la mayoría de las familias son todos sus integrantes los que contribuyen, en mayor o menor grado, en la repetición de ese modelo; y debe ser toda la familia la que eduque a los vástagos para que se concienticen de que el hombre y la mujer son iguales en dignidad y derechos. De ese modo, también se estará educando a la sociedad.

Además, retomando el tema de los cuadritos, lo cierto es que faltan un montón de imágenes: donde figuren el papá, la mamá, la pareja y la familia ampliada, diciéndole a la nena y también al nene: mi amor, procura no ponerte en situaciones de riesgo: no aceptes bebidas —ni te subas a vehículos— de desconocidos; si sales a la media noche, procura avisar dónde estás y con quién, por si un hombre, o una mujer, te roban un riñón o te raptan, para saber por dónde comenzar a buscar; y tú, nena, si decides salir con la falda a media nalga, sola, en la madrugada, procura cuidar tus compañías; porque hay hombres, y mujeres, muy méndigos, que pueden “engancharte” para que termines tus días de prostituta en Malasia.

Cualquier otra imagen sólo insulta la inteligencia de quien la observa; degrada, de manera gratuita e imbécil, a los varones; traiciona la realidad; y pospone el acuerdo necesario e indispensable, en el seno de la sociedad, para resolver un problema que es de todos, sin distinciones de edad o de sexo.

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