Sombra de letras. Rafael Navarro Barrón

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El chayote y los chayoteros…su realidad

Resulta relativamente sencillo entender lo que se juega en el próximo proceso electoral. Como protección, en los últimos años me dediqué a grabar las conversaciones que consideraba podrían ser comprometedoras, para mí, obviamente, al momento de realizar alguna entrevista o llevar a cabo una negociación en representación de los medios que me tocó dirigir.

No sufro de paranoia, el problema es la escasa probidad de quienes ostentan el poder político en México y particularmente en Ciudad Juárez.

Nunca traicioné la confianza de nadie. Entiendo que cuando obra el acuerdo de caballeros, uno se calla y punto.

Y así lo haré en los asuntos que quedaron entre diálogos de caballeros. La columna no persigue a los amigos, describe al poder tal como es; lo alimenta no con odio, sino con verdad y justicia.

He sido traicionado en varias ocasiones. Dos veces acudieron a mi oficina y grabaron conversaciones para llevar su contenido a personas que intentaban conocer mi posición en determinados temas… el poder quería saber si el medio que representé los perseguiría.

En otra ocasión enviaron emisarios que se han especializado en estrategias de ‘control’ de periodistas. Son personajes que dominan el acto de la persuasión y que abren espacios de diálogo que hacen creer que somos muy amigos.

No, mis amigos son otros. Los del poder son eso, entes que no necesitan amigos, ni saben ser amigos. 

En el pasado caí varias veces en esas trampas porque mi ingenuidad me ganaba. No por viejo me hice más desconfiado, sino que esta profesión es particularmente persuasiva. El discernimiento debe de ser un don que nos acompaña y que nos ayuda a no chuparnos el dedo.

Cuando el centavero y corrupto de Hugo Almada lanzó aquella acusación contra mi persona, al señalar que “golpeaba al gobierno para pedir favores”, no tuve ninguna reacción de molestia, más bien me hizo reír pensando en que el catedrático no ha cambiado, sigue siendo un adolescente mental lleno de prejuicios.

Cuando transite por El Diario de Juárez, catapulté la imagen de la familia Almada y particularmente de Hugo porque le quedaba algo de pudor.

Lo que nunca indagó ex funcionario estatal, amigo de Corral, es que desde el gobierno de César Duarte rompí toda negociación oficial y extraoficial y continúe con esa misma posición en el actual gobierno.

Sabemos que el gobierno panista es una entidad insensible hacia los pobres; todos los programas sociales que iniciaron hace 18 meses, están suspendidos por falta de continuidad y recursos económicos. Todo es bla bla bla sin pudor.

Y si de actos corruptos y de voracidad se trata, Hugo Almada nos puede dar lecciones certeras, al haber sido uno de los beneficiarios de los programas que manejó el barril sin fondo conocido como ‘Tomos Somos Juárez’ y otros más que fluyeron con el aval del gobierno estatal para acallar a una de las voces ‘disidentes’ que, como un vulgar perro faldero, fue domesticado y puesto al servicio de palacio.

El interés público nos llevará a revelar, en otro momento, la actuación de Almada y otros activistas igual de perversos que él; sabremos cómo empresarios juarenses se adhirieron en otro tiempo a la Mesa de Seguridad (otro filón de oro) y posteriormente a Ficosec. Sin rubor, se hincharon de recursos del pueblo, hicieron negocios y se aliaron a grupos del crimen organizado a quienes sirvieron desde sus cargos honoríficos.

Esos seudo intelectuales, seudo activistas y seudo empresarios, a cambio de dinero, avalaron gobiernos y funcionarios públicos ampliamente vinculados con las mafias que operan en diversas áreas delincuenciales.

Es incomprensible observar como sus nombres siguen pesando en los gobiernos e la iniciativa privada. Siguen apareciendo en foros públicos, encabezando ruedas de prensa y son defendidos por autoridades que, o son ignorantes o sus emisarios muy cínicos.

Como periodistas, hemos vivido en un mar de acusaciones. Lamentablemente ‘somos lobos de nosotros mismos’. ¡Carajo! ¿qué nos pasa? Por mucha hambre que tengamos no podemos entregar la ciudad a mentes desequilibradas que carecen de capacidad elemental para gobernar.

Ya de eso estamos hasta la coronilla. Nos ha sucedido con gobernadores, con legisladores y con alcaldes.

Veamos la ciudad, ¡está hecha garras!, no de hoy, sino la pobre metrópoli carga sobre su geografía el rezago acumulado por el exceso de abusos que se cometen desde el poder; por los pleitos entre políticos, por la dichosa alternancia política… por la voracidad.

Y cada vez que se habla del tema, pareciera que se le jala la cola al tigre. Tenemos miedo enfrentarnos al poder, porque en el fondo sabemos que el poder nos mantiene y nos brinda la efímera esperanza de ‘comer con manteca’.

En ocasiones pienso que los periodistas están esperando el retorno de alguien que reivindique la profesión y nos dé nuestro lugar. No llegará. Nosotros somos esa reivindicación para los juarenses, pero no participando en política, sino metidos en el periodismo que no se hace.

El periodismo o más bien dicho, los periodistas, somos los primeros responsables de lo que ocurre en Ciudad Juárez. Nosotros permitimos que pisoteen nuestro derecho a la denuncia pública.

Nuestra posición, aunque nos duela, es de simples reporteritos, incapaces de pelear por lo que es nuestro. Nosotros, por ser comparsas de quienes gobiernan, hemos dejado que la corrupción avance por no pelar en contra de ella.

¿A poco creemos que los negocios de los alcaldes que ha tenido Juárez pueden florecer como han florecido porque son empresarios exitosos?

Con el debido respeto, serían excelentes candidatos a ser miembros activos del PUP (busquen el significado en Google) y todavía les faltarían neuronas para completar la cuota mínima.

Es insultante lo que hacen con la ciudad, cómo se confabulan entre ellos para ejercer el dominio de un municipio. Es insultante que grupos políticos se jacten de proceder de movimientos democráticos y, a escondidas, anden repartiendo dinero en las colonias de Juárez en la búsqueda de votos.

Entonces los partidos y los independientes se concentran en una estrategia con un trasfondo perverso, porque no buscan el poder para gobernar con ética, sino un poder como el de César Duarte, para hartarse de lo poco que le queda a Juárez.

El insulto nos lleva a observar el manejo político como si se tratara del juego del Monopolio o del Turista (en su versión mexicana), los políticos y sus secuaces, van comprando terrenos, negocios, espacios públicos que se auto adjudican, gasolineras, hoteles, casinos…todo lo que se les pone enfrente.

Las denuncias públicas abundan, ninguna prospera. Y allí están los grandes ejemplos: la Feria Juárez, el Camino Real, el transporte Semimasivo, el Lote Bravo, el mugrero de casas que construyeron en todas las etapas de Riberas del Bravo y en la Laguna de Patos, el Plan de Movilidad, el plan de Iluminación, las plantas tratadoras de agua, el Parque Central, la Rodadora, el Pueblito Mexicano, el Hospital de Especialidades, el Centro de Convenciones, el Bacheo, las cámaras de Seguridad, el CERI, el hospital Siquiátrico, la remodelación del Centro Histórico, la remodelación del Cine Reforma, el museo de Tintan, el deterioro de El Chamizal, la cancha de futbol Los Veteranos, el estadio de beisbol Chihuahua Vive, la Ciudad Universitaria… millones y millones tirados a la basura impunemente.

Basta que los gobernantes se levanten el vestido para que los delincuentes de cuello blanco y los otros delincuentes los mancillen y, al dejar la habitación, coloquen en el buró un billete de agradecimiento. Ese son los recursos económicos que están en las cuentas de los gobernantes, dinero sucio, como muchas de las manos de quienes quieren ser nuestros representantes populares.

Participo en muchos chats de Whatsapp, en algunos hay políticos que se sienten poderosos, cuando en realidad son una versión corriente de la corrupción.

Veo como conviven y cohabitan con los reporteros que, bajo el más amplio sentido de nobleza, se siguen dirigiendo a ellos con caballerosidad.

Somos tan ingenuos que creemos que a través de ‘memes’ lograremos derrumbar las decisiones de los poderosos. Pero no, esos mecanismos de defensa que utilizamos para burlarnos de quienes nos la hacen, no son más que métodos simples de enredarnos más con quienes nos han oprimido y nos siguen oprimiendo.

Reírnos de ellos no sirve de nada, mucho menos los debilita cuando los ridiculizamos o ponemos apodos.

Si la prensa de Juárez se unificara en un mismo sentir, quitaríamos y pondríamos gobernantes, no a nuestro gusto, sino al gusto de un pueblo que exige respuestas y respeto.

Los ex alcaldes, y todos sabemos a quién me refiero, no tendrían esas insultantes riquezas que son una ofensa para el pueblo. En la realidad, sabemos que su capacidad intelectual no llega a los niveles de éxito que ellos presumen.

¿Qué puede presumir un enfermo mental que pasa más tiempo viendo pornografía que haciendo negocios? Creo que es obvia la respuesta. Y allí están, coronados por sus bajezas y loados por la forma en que nos tratan.

Los periodistas gozamos cuando vemos caer a otro periodista. No estamos con ellos en sus triunfos, sino en sus fracasos.

Las Asociaciones de Periodistas son comparsas de perversión hechas al nivel de los gobiernos. Ninguna defiende a los periodistas, ninguna vela por sus intereses, ninguna está luchando por una mejor ciudad.

Los periodistas que nos ‘representan’ en el ámbito político todos sabemos que no nos representan y los seguimos apoyando y loando, como si merecieran un mínimo elogio.

Y mientras la ciudad se cae a pedazos. El mesero que es político ahora se le ocurrió meter a la política a la mejor clienta de la barra, esa que iba a ponerse ebria y a sacar a una incauta como compañía. Y todos lo permitimos.

A poco no nos hemos dado cuenta que tenemos la policía más corrupta de México y los tránsitos más corruptos del Estado de Chihuahua. Pero los periodistas nos sentimos tranquilos porque podemos hablar con ‘alguien’ del gobierno y sortear el problema que afrontamos en las vialidades o con un mal servidor público uniformado.

Y basta ir y visitar las casas de los jefes de policía y tránsito para entender que con lo que ganan no tendrían esas residencias, esos vehículos deportivos con los que presumen a las incautas jovencitas que ya probaron que sin senos no hay paraíso.

Si la prensa se uniera, tardaríamos una semana en cambiar el entorno de la corrupción y los excesos de esta ciudad. Lograríamos que los negocios de los nefastos políticos que se enriquecieron con los saqueos que realizaron a esta ciudad, cerraran sus puertas al ser considerados ‘non gratos’ para ciudadanos de bien.

No es atacar al libre comercio o a la llamada libre empresa, sino ir en contra del burdo robo, del saqueo del que hemos sido víctimas como juarenses y como mexicanos.

Veríamos la caída de muchos negocios, de empresas que son simples pantallas para seguir robando y hasta lavando dinero.

Pero no, esa realidad está lejos. Somos la perfecta comparsa del poder, porque nos gusta sentirnos importantes al estar sentado al lado de un magnate de la política tomando un café o aceptando un desayuno.

Entiendo que los lectores de este espacio podrán estar pensando “pobre tipo, vive en otra galaxia”, pero el razonamiento, aunque alejado de la realidad, está en la mente de muchas personas que creen que la prensa se vende, que es una vulgar prostituta.

Yo diría que la prensa tiene necesidad de sobrevivencia, por eso recurrimos a la forma fácil de resolver el problema uniéndonos al poder cuando nos abre la puerta.

Conozco a la mayoría de los periodistas de Juárez. Conozco su dignidad en medio de serias tribulaciones. Paso horas dialogando con muchos de ellos y todos piensan igual… esto tiene que cambiar, con urgencia.

Es el deseo de lograr un mejor entorno para todos y, al mismo tiempo, poner un freno a los políticos que ya nos anticiparon que quieren un puesto de elección popular, sin merecerlo, porque son una auténtica basura humana.

El fallecido fotógrafo Jolly Bustos, cuyo nombre real era Justo Bustos Topete, describió perfectamente la anécdota histórica sobre el surgimiento del chayote. Al ‘buen Jolly’, un periodista de la ciudad la ciudad de México, le platicó una de las tantas versiones sobre el surgimiento de los términos ‘chayote’ y ‘chayotero’.

Platicaré la historia de Jolly Bustos por lo cercano del relato. Decenas de versiones se pueden encontrar en Google si se coloca en la barra buscadora la palabra ‘historia del chayote en el periodismo mexicano’.

El relato ubica a un grupo de reporteros en la cobertura de un evento político en el sur del país, concretamente en la tierra de Tata Lázaro. Uno de ellos llevaba en la bolsa de su saco un chayote que había recogido de una plantación cercana, a la que había acudido la comitiva gubernamental. Al acercarse a los periodistas el jefe de comunicación social, uno de ellos obligó al vocero a mirar el interior de la bolsa de su saco y le preguntó:

-¿No le van a echar agua al chayote?

La respuesta fue inmediata. “Ya estamos preparando el riego”.

La anécdota corrió de boca en boca, hasta llegar al norte del país. Es, sin desearlo, la forma más cercana de describir al periodista que “pide o acepta” dinero a los entes de poder y esto origina que al reportero o representante del medio se le llame ‘extorsionador’ o ‘corrupto’.

En su acepción peyorativa, se le dice ‘chayotero’ a quien solicita una dádiva o pide un apoyo.

Hay quienes utilizan la palabra ‘soborno’ como sinónimo de chayote.

La regla se aplica con más severidad a los reporteros creemos están en el último escalón de la jerarquía que imponen los propios medios de comunicación que, aunque no lo digan, los periodistas se rigen por estatus, en una franca denigración al ejercicio periodístico.

Las reuniones convocadas por las entidades del poder público y privado, carecen de respuesta por el carácter elitista que los mismos periodistas imponemos.

Primero preguntamos quién va a asistir, a que grupo de periodistas invitaron al evento, para determinar, de esa forma, si la reunión tiene un carácter formal o es una reunión de comunicadores catalogados como ‘media cuchara’, como definición que acuñó el dueño de El Diario, Osvaldo Rodríguez.

Sucede lo mismo con acusación de corrupción que se hace a los medios de comunicación, los chayoteros son los periodistas del último escalón, de la jerarquía que nosotros mismos hacemos.

Es como la analogía que se utiliza para juzgar a pobres y ricos: la mujer pobre es una prostituta cuando se embaraza y no tiene marido; la mujer rica sufrió un simple resbalón, un ligero error. 

Los ‘otros’ periodistas, los que pasan el examen de moral pública que ellos mismos se ponen, viven en un entorno más sofisticado, son reconocidos por las entidades de poder como altamente confiables en lo que hablan y escriben.

Algunos de ellos alcanzan el nivel de empresarios al contar con un medio de comunicación a su alcance, no importa que sea un auténtico pasquín.

En el fondo, su fortuna no es más que lo mismo. Los métodos de ‘ganar’ y de extorsionar son exactamente iguales. El reparto de recursos desde el poder político, económico y delincuencial, es de acuerdo a la circunstancia de cada medio y periodista. Tiene que ver la circulación real e impacto del medio y, en ocasiones, el peso de los periodistas.

Javier Corral, durante su campaña electoral a la gubernatura, hizo una expresión que valida mi comentario.

Reveló que dos medios de comunicación en el estado (El Heraldo y El Diario) recibieron más de 500 millones de pesos durante la administración pasada (de César Duarte).

“¿A dónde se fueron 578 millones de pesos a dos empresas periodísticas? ¿Cómo viven los trabajadores de estos medios? ¿Son los periodistas mejor pagados del estado de Chihuahua y del país?”, cuestionó el mandatario panista.

Recomendó implementar una ley sobre asignación publicitaria con mecanismos de transparencia en la que se dé a conocer el monto que recibe cada empresa de comunicación del estado, esto para “mejorar el salario de los trabajadores de los medios”.

Ese mundo ideal planteado por el gobernante, sería la solución a muchos problemas socioeconómicos que viven los periodistas del Estado de Chihuahua y de México.

Son insultantes los salarios que pagan los medios de comunicación en el Estado de Chihuahua frente a los elevados ingresos que perciben gracias a nuestro trabajo.

El enriquecimiento de esos seudo patrones los ubica en el rankin de los empresarios con más poder político y económico.

Las pulgas han atacado siempre a los empleados de medios de comunicación que carecen de mecanismos para defenderse y para hacer frente a la vida ordinaria cuando son despedidos con una patada en el trasero y sin posibilidad de demandar, porque las probabilidades de que ganen la demanda son mínimas.

No ocurre así con los empresarios que construyen imperios al servicio del poder. Ellos, los santificados por la sociedad que los elogia, los todopoderosos, son impolutos y hasta se atreven a agruparse en las sociedades mundiales para defender a los periodistas de Angola, de Sudáfrica, de la India, de los países Árabes, pero pintan un dedo a sus propios empleados a quienes dejan morir en instituciones como el Seguro Social que muchas veces ni pagan.

Los apoyos económicos que se piden o que se ofrecen en las llamadas ‘fuentes’ donde los reporteros realizan la función periodística, es el famoso chayote que opera de muy diversas formas.

Por eso se han escandalizado siempre, porque un periodista recibe un vale de gasolina o un sobre con una cantidad de dinero que se acabará en una ida al supermercado, en una hamburguesa de la esquina y en ponerle saldo al teléfono prepagado…

Mientras tanto, en las cuentas bancarias de los poderosos y arrabaleros dueños de medios se incrementan recibiendo ganancias de los gobiernos, de las entidades paraestatales, de los políticos que tienen miedo de ser denunciados por la infinidad de fechorías, de los delincuentes que llegan a acuerdos para que no los nombren en sus páginas policiacas y por los empresarios que saben que no venderán frutas y verduras por anunciarse en el medio, pero que prefieren invertir de esa forma su dinero, antes de que ellos o sus hijos, salgan en la página roja, porque decencia es lo que menos tienen.

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Rafael Navarro [email protected]