Las investigaciones apuntan a que estos dos consorcios privados compraban combustible robado para el transporte de sus productos.
Hoy mas que nunca el tema de la gasolina y el huachicoleo está que arde. Estados con desabasto y un presidente sumamente cuestionado por cada decisión que toma ha sido el escenario de los últimos días.
Muchos señalan a la corrupción dentro de Pemex que por años ha permitido la ordeña de ductos para sustraer y revender la gasolina robada, sin embargo, puede que en esta novela de combustibles en México haya otros culpables.
Este martes el periodista Carlos Loret de Moña detalló en su columna Historias de Reportero como en el tema del robo de combustible también hay grandes empresas mexicanas inmiscuidas y no sólo funcionarios de Petróleos Mexicanos (Pemex), políticos y dirigentes sociales como se ha planteado (sin mencionar a los ciudadanos que compran el combustible).
60 mil millones de pesos implican un negocio muy grande como para que se quede en una venta informal de tambos de plástico en camionetas clandestinas.
El huachicoleo se convirtió en un negocio ilegal y millonario en México. (Foto: El Universal)
Sin revelar nombres, Loret de Mola señala que una de esas empresas está dedicada a la comercialización de pan y golosinas en México, mientras que la otra se dedica a los útiles escolares.
Las investigaciones apuntan a que estos dos consorcios privados compraban combustible robado para el transporte de sus productos, por lo que gracias a ello, pagaban menores costos y mejoraban sus márgenes de utilidad. Cabe resaltar que esta investigación se abrió en el sexenio pasado, pero el asunto no avanzó más ya que el expediente se cerró y no se actuó.
Aunque la investigación se cerró en el sexenio pasado, Loret propone a Alejandro Gertz Manero, encargado de despacho de la Procuraduría General de la República, Alfonso Durazo, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana federal, y Santiago Nieto Castillo, jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, que reabran las indagatorias.
Quizá así, “sin generar desabasto” se puede comenzar a desmantelar el sangriento negocio apegados a la vieja máxima de los investigadores: seguir la ruta del dinero.
