Brujas y chupacabras, es lamentable que la magia de México haya nacido de manera absurda en la clase política en forma de fraudes y mentiras.
Para el resto del mundo, la figura del chupacabras puede ser uno de los monstruos más temibles que el mundo haya conocido. Sin embargo, para los mexicanos no es más que uno de los tragos más amargos de la historia del que aún no nos quitamos el mal sabor.
Así de estúpido como suena, en los noventa, la televisión en nuestro país se llenó de referencias y testimonios de gente que había perdido animales e incluso familiares a manos de un animal volador salido del Infierno. Lo cierto es que, hasta ahora lo entendemos, la criatura bípeda no fue otra cosa más que una cortina de humo.
A la par de los primeros avistamientos del chupacabras, tuvieron lugar una terrible incertidumbre en la política mexicana y la peor crisis económica que ha sufrido nuestro país. Con estos tres acontecimientos, quedó claro que la política en México no tiene más hobby que vernos la cara cada que se les ocurre. De hecho, ésta se encuentra muy lejos de ser la primera vez que el gobierno falla en sus funciones. La política nos ha demostrado ser uno de los lugares soñados para realizar penosas acciones de las que sólo sus protagonistas se enorgullecen.
Tlatelolco 68
Aunque el gobierno mexicano ya había comenzado a asesinar estudiantes en 1942, fue en el 68, justo antes de la XIX Olimpiada con sede en México, cuando este tipo de acciones tuvieron un impacto no sólo a nivel nacional; sino que llegaron hasta oídos de la prensa internacional. ¿Por qué esta vez fue más notable? Tres meses antes, la policía ya había tenido episodios violentos en contra de grupos estudiantiles quienes exigían que se respetaran sus derechos universitarios.
Entre otras cosas, hasta el presidente Gustavo Díaz Ordaz llegaron noticias de que los grupos estudiantiles tenían planeado un boicot en contra de los Juegos Olímpicos, por lo que tomó medidas extremas que ya no incluían un diálogo pacífico. Después de que el ejército tomara las instalaciones de la UNAM, los ánimos de lucha crecían en los corazones de los estudiantes.
Finalmente, la tarde del 2 de octubre de 1968, miles de personas se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco para encontrarse con el ejército y miembros del Batallón Olimpia. Estos últimos, disfrazados de civiles, fueron los que iniciaron una de las masacres más recordadas —porque sí, hay más de una— en la historia vergonzosa de nuestro país.
Fraude electoral
El 6 de julio de 1988 fue un día que marcaría a la política mexicana como la peor broma que hayamos escuchado nunca; durante el día de las elecciones presidenciales tuvieron lugar una serie de malentendidos relacionados con el conteo de votos a favor de nadie más que Carlos Salinas de Gortari. Sin embargo, cuando los números iban notablemente en contra del PRI, ocurrió algo que se repetiría cada sexenio sin falla: la caída del sistema.
Más efectiva que el mismo sistema de la Comisión Federal Electoral, la cobertura electoral de Televisa ya declaraba ganador al PRI incluso unas horas antes que se “restableciera el sistema”. Con un sospechoso 50.36 % de los votos a su favor, Carlos Salinas de Gortari se convirtió en el presidente de uno de los sexenios más oscuros de la historia política de México.
Asesinato de Colosio
Tras tener el control en casi todos los estados de la República Mexicana por al menos 65 años, en 1989 el PRI perdió control del estado de Baja California —que siempre ha sido una zona conflictiva para los intereses del partido—. No obstante, siempre tenían un “plan B” para mantenerla bajo su manto; aunque para el entonces presidente del partido, Luis Donaldo Colosio la única opción era aceptar la derrota y ceder el mando de BC al PAN, por lo que nadie dudó en presentarlo como un traidor a “la casa que lo había visto nacer”.
Junto con el discurso de inclusión y justicia para las minorías, sobre todo para los indígenas, la derrota frente al PAN se vio como una amenaza hacia los intereses priístas que pretendían tener el dominio total del país; por ello, la opción no era terminar con la oposición panista, sino con el que para 1998 ya estaba contemplado para ser el sucesor de Carlos Salinas de Gortari en la presidencia de México.
El 23 de marzo de 1994, Colosio decidió encontrarse con los pobladores de una de las colonias populares en Tijuana. Cuando arribó al lugar, apenas trece metros antes de llegar al templete, uno de los asistentes burló el cerco de seguridad y disparó un revolver calibre 38 cerca del oído del candidato; un segundo disparo impactó en el abdomen del candidato quien murió apenas unas horas después del atentado. Al encontrarse en aprietos por no tener candidato presidencial en pleno tiempo electoral, fue el mismo Salinas quien designó a Ernesto Zedillo Ponce.
La supuesta paz con el EZLN
Una vez en la presidencia, Zedillo comenzó a ejecutar leyes en contra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional quienes ya la habían estado pasando bastante mal. A pesar de haber firmado los Acuerdos de San Andrés en los que el gobierno aceptaba ceder a los grupos indígenas los derechos que demandaban sobre los territorios que ancestralmente les corresponden, una participación activa en la política mexicana y una reivindicación completa para los pueblos originarios de México; el entonces presidente de la República consiguió órdenes de aprensión en contra del Subcomandante Marcos y otros líderes zapatistas.
Debido a que los acuerdos firmados en 1996, dos años después del primer levantamiento zapatista en 1994, nunca pasaron a ser propuestas constitucionales; el movimiento de Zedillo fue “completamente legal”. No obstante, todavía se formuló otro acuerdo, argumentando que los de San Andrés tenían cláusulas que atentaban en contra de la seguridad nacional y aunque éste también se puso sobre la mesa en 1997 —con una promesa constitucional de por medio— los zapatistas se negaron a firmarlo.
La Bruja de los Salinas
Tras la muerte de Colosio, el único peligro en pie para el PRI era José Francisco Ruiz Massieu quien también fue eliminado el 28 de septiembre de 1994. Sin embargo, la muerte de un político tan importante como Ruiz no podía quedar impune; por lo que se culpó al exdiputado Manuel Muñoz Rocha; no obstante, esto no le cayó muy bien al presunto asesino, por lo que éste fue asesinado a tiros en la casa de Raúl Salinas de Gortari el 30 de septiembre de 1994.
¿Y dónde quedó el cuerpo? Tras el evidente fracaso de la PGR en encontrar los restos del desaparecido Muñoz; a los encargados del organismo se les ocurrió contratar a Francisca Zetina, la vidente que encontró los huesos de Muñoz, desaparecidos dese hacía dos años, en la finca “El Encanto”, propiedad del mismo Raúl Salinas.
Evidentemente el pueblo mexicano está harto de ser mágico incluso en su política, porque de brujas y monstruos demoniacos se han llenado los medios de comunicación para cubrir situaciones mucho más tétricas que cualquier episodio sobrenatural que se apodere de nosotros.
