No hay forma posible para iniciar una carta de despedida a un amigo, quien diga que tiene un “machote” para estas cosas, de plano no tiene entraña, no es posible unir letras para dar el mensaje, la noticia de que ha muerto un buen amigo, uno que festejaba la vida todos los días y que siempre estaba buscando nuevos motivos para estar vivo.
Se le veía en el centro de la ciudad con su chaleco y sus sombreros y boinas, a veces en su bicicleta otras ocasiones a pie, pero siempre montado en su sonrisa y extendiendo la mano franca a todos los conocidos.
Unos lo recordaran como historiador, otros más por su enorme capacidad narrativa, pues Miguel poseía la magia que tienen muy pocos de poder contar un hecho histórico como si estuviera platicando una charra de un amigo cercano, de un familiar.
Tenía además la magia de reinventarse y estar buscando siempre nuevos proyectos, caminatas nocturnas para tomar fotos, para tener pretexto para contar anécdotas históricas, para convencernos de que Santa Isabel, Santo Domingo y San Guillermo son la cuna real de Chihuahua.
Ha muerto Miguel Anguiano Carlos, un excepcional ser humano, un gran amigo, un ser con magia y muchos lloramos su partida.
