Mensaje mudo a oídos sordos y a la indolencia

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El éxito de toda protesta es la visibilización del problema, es lograr que los demás tengan conciencia y entiendan la gravedad del hecho por el que se protesta, es por eso que las que emiten el mensaje deben de tener muy claro la nitidez del mismo, pues al equivocarse en la forma, en el mensaje, generan polémica en vez de conciencia.

Las marchas feministas ese ha sido su principal error, caen en la violencia y en mezclar temas, “pues al fin y al cabo todo es lo mismo”, señalan con gran equivocación y luego justifican los desmanes afirmando que la pintura y los vidrios rotos se pueden limpiar y recomponer, pero una mujer violada, una mujer asesinada, “jamás podrá ser arreglada o vuelta a la vida”.

Es cierto, vale mucho más la vida y la dignidad de una mujer, pero si marchan haciendo destrozos, entonces equivocan el mensaje y la discusión deja de ser sobre la violencia que ellas padecen, para que la mayoría critique la violencia que ellas generan.

La violencia contra la mujer es un tema en el que todos debemos de estar de acuerdo para que se termine, pues como sociedad debemos de crecer, entender que la igualdad ante la ley, también debe de llevarse a la vida diaria.

No, no somos iguales los hombres y las mujeres, hay diferencias enormes, lo que son iguales son nuestros derechos y esos deben de ser respetados a toda costa.

Un día sin mujeres es algo así como presenciar un mensaje mudo a oídos sordos, un mensaje demasiado complicado a la indolencia y a la soberbia de quien no quiere escuchar.

Pero además, las que emiten el mensaje deben de entender que hay temas en donde la mayoría no está de acuerdo, en donde hay diversidad de pensamientos, en donde será imposible ponernos de acuerdo si no media el respeto a la creencia ajena.

Una mujer inteligente en un post en sus redes sociales recuerda una frase de San Agustín de Ipona, el africano reconocido por ser uno de los padres de la Iglesia y sin lugar a dudas un pensador enorme al que la humidad debería de leer más.

Fue San Agustín el que escribió: “Lo que es correcto es correcto; aunque nadie lo haga… Lo que es incorrecto es incorrecto; incluso si todos lo hacen” y eso lo debemos de entender en todas sus posibles interpretaciones.

Hoy es un día sin mujeres, no sin todas, pues hay las que tuvieron que ir a trabajar, pues faltar a su trabajo les significa un grave quebranto para su economía, de igual forma hay mujeres que no pueden dejar de atender a sus familias, pues ellas son el centro de la misma y también hay mujeres que no les interesó participar en esa manifestación y están todas ellas ejerciendo sus derechos y ninguna debe de ser menospreciada o denigrada por la determinación que tomó, partiendo de sus circunstancias de vida.

Leer en redes sociales a quienes atacan a las mujeres que manifiestan su desacuerdo con la marcha del domingo, que señalan que no están de acuerdo con la violencia y con el vandalismo, lo mismo que aquellas que señalan y se quejan de que les ofenden los ataques a sus creencias religiosas y que por eso no acudieron a la marcha y que por esas creencias las ataquen, es la demostración absoluta de que el mensaje a la no violencia no se entiende y que en el mar de pretextos para protestar se confunden los temas y se vuelve eso solo una manifestación de anarquía, en vez de un ejercicio que busca terminar con la violencia, un ejercicio que llama a un nuevo orden, a cambiar a la sociedad haciéndola virar hacia el sentido adecuado.

No, no todas las que marcharon lo hicieron por lo mismo o con el mismo sentido, y acusarlas a todas ellas de ser lo peor, es también caer en el error.

Hoy fue un día sin mujeres, ojalá y que el mensaje llegue a oídos que comprendan, ojala y que las que emiten el mensaje lo entendieran y no usen esa causa que es digna y honorable, para generar odios y para liberar sus corajes contra quienes no piensan como ellas.