Llevan a cabo misa de cuerpo presente de padres jesuitas Javier y Joaquín

86

El Arzobispo de Chihuahua, Constancio Miranda, encabezó la misa de cuerpo presente de los sacerdotes jesuitas, Javier Campos y Joaquín Mora, quienes fueron asesinados a tiros por un narcotraficante, en el interior de la iglesia a la cual servían en el poblado de Cerocahui, municipio tarahumara de Urique.

La ceremonia se realiza en el templo del Sagrado Corazón de Jesús, en la capital del estado de Chihuahua, que se encuentra localizada en las avenidas 20 de noviembre y Ocampo.

Miles de feligreses acudieron a la misa, y desde temprana hora hicieron fila alrededor de la iglesia, para darles el último adiós y despedirse de los sacerdotes.

La iglesia se encontraba llena de feligreses, sacerdotes y medios de comunicación nacionales e internacionales.

Durante la ceremonia, tomó la palabra el sacerdote jesuita Javier “El Pato” Ávila, quien sirve en la parroquia de Creel, el cual lanzó un llamado al presidente Andrés Manuel López Obrador, para que cambie la estrategia de seguridad.

“Respetuosamente pedimos, señor presidente Andrés Manuel López Obrador, revise su proyecto de seguridad pública, que no vamos bien, y esto es clamor popular. Este evento no es aislado en nuestro país, un país invadido por la violencia, por la impunidad. Como dijo el Papa Francisco, ¿Cuántos asesinatos en México?. Nuestro tono es pacífico, pero alto y claro, invitando que las acciones de gobierno finalmente acaben con la impunidad. Son miles de dolientes sin voz que aclaman justica. Los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir los balazos”, dijo.

En cuanto a los sacerdotes asesinados, se refirió a ellos con metáforas relativas a su actividad en la Sierra Tarahumara, entre los hermanos rarámuri.

Dijo que eran “hermanos de corazón humilde y abiertos a los demás. Para ellos se acabó el combate, nosotros seguimos adelante. Con este evento compartimos el dolor del pueblo, amar y compartir hasta dejar la vida”.

Añadió que, como sacerdotes jesuitas, comprenden la aceptación de estos hechos, “no es resignación, es la serenidad de la vida. Se fueron sin pedir permiso y partieron con su morral lleno de historias y de amores”.

Dijo que Javier y Joaquín, están felices porque trajeron a la sierra “al Onorúame, al Padre bueno que es esperanza, compasión, sentido y plenitud”.

Recordó que eran dos sacerdotes profundamente humanos. “Es grande el dolor que nos dejan estas muertes, pero no olvidemos que son miles de muertos en nuestro país, muertos y desaparecidos”.

Ante la violencia en Chihuahua, que amenaza las actividades civiles y religiosas, el Padre Ávila refrendó que “los jesuitas no abandonaremos nuestra misión y menos a nuestra gente, sabemos perdonar y perdonamos, hay dolor, pero no angustia ni rabia, hay huecos y vacíos, pero no hay ausencia. Sus nombres seguirán rebotando en el eco de los barrancos y en el susurro del viento que recorre los pinos y las montañas”.

Afuera y dentro de la iglesia, varios hombres y mujeres rarámuri, con sus hijos, bailaron Pascola, su danza tradicional, y velaron a sus sacerdotes jesuitas.

En las calles frontales de la iglesia y frente a los féretros en el altar de la iglesia, se escucharon los tradicionales violines tarahumaras, más tristes que nunca, y los tambores resonaron llamando a su Dios, a Onorúame, frente al llanto y dolor de perder a sus añorados sacerdotes.

También acudieron el hijo del guía de turistas Pedro Eliodoro Palma, Ricardo Palma, y su madre Marta, junto con el resto de su familia.

Luego, de feligreses caminaron junto a los féretros de los dos sacerdotes jesuitas, Javier y Joaquín, para despedirse, santiguarse y darles el último adiós.

Por la tarde, los cuerpos fueron trasladados a la Sierra Tarhumara, primero al poblado de Creel, donde se realizará otra misa en su honor, y el domingo partirán a la iglesia de Cerocahui, parroquia de San Francisco Javier, en el Municipio de Urique, donde serán sepultados el lunes.