Las cosas pequeñas…

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“Soy capaz de ver la belleza en la emoción de los demás…”.

¿Usted que hace con las cosas pequeñas?, no, la pregunta no es sobre esas cosas que puede uno dejar en cualquier parte, cómo monedas, cómo joyas, el peine que los más viejos usamos en la bolsa trasera derecha del pantalón, junto a la cartera o el pañuelo que debemos de traer en la bolsa trasera izquierda o las llaves del carro o los lentes.

Tampoco le pregunto por la pluma o el control de la televisión, no, me refiero a esas cosas que las vemos tan sin importancia todos los días, como el decir hola, el abrazar a alguien, reír con un amigo, decirle “Te Quiero” a quien sí se le quiere, a ese tipo de cosas me refiero.

No hablo de cosas tan pequeñas como un sueño, digo, no me refiero a un sueño que es una pesadilla o a un sueño como esos en los que se gana uno la lotería…, ¡deje me explico mejor!, me refiero a dos tipos de sueños, los primeros son esos que juegan en el patio de la fantasía, de las cosas casi inalcanzables que soñamos despiertos, no se, como robarle un beso a la persona que nos encanta, como soñar con la casa ideal para la familia, como el tratar de ser importante, para quien es importante para nosotros. Y el otro tipo de sueños, esos en donde uno al dormir sueña con una persona amada a quien en el sueño se le dice que se le ama, que se le quiere y que la vida nos da la gloriosa oportunidad de demostrárselo de una manera increíble y que al despertar de ese sueño, nos levantamos con el alma reconfortada, pues esa persona nos dijo que también nos amaba.

A ese tipos de sueños me refiero.

Dentro de las cosas pequeñas, caben algunas partes de alguna vieja canción que nos encanta, en mi caso, un verso de Serrat, en donde dice: “Tus recuerdos son cada día más dulces, el olvido sólo se llevó la mitad…”.

O aquella otra estrofa de “Divina tú y tu sonrisa que ilumina mi camino tan cercado con espinas, con historias, con heridas, que sanaron cuando apareciste tu…” de la canción Divina Tu del mexicano Macias.

A mí en el tema de las canciones me pasa que son tantas con tantos significados, que muchas las llevo en la memoria del alma, otras son más superficiales, o bueno, digamos que más sensuales y las llevo en la otra memoria, esa que está anidada en la piel, en la yema de los dedos, en el cuero cabelludo que se encuentra justo por arriba de la cien, por donde casi todos pasamos la mano de manera inconsciente cuando coqueteamos, cuando nos estresamos, cuando nos enojamos o cuando estamos contentos o cuando necesitamos concentrarnos en algo.

Una amiga mía tenía una cosa tan pequeña que casi siempre se ponía cerca de su corazón, que el día que su hija mayor la agarró sin pedirle permiso, al regañarla, por poco y le cuenta que ese prendedor en forma de golondrina, se lo había reglado su amante cuando cumplieron un año de encuentros furtivos, de tardes llenas de besos, de juegos prohibidos en una cama, en donde ellos daban rienda suelta a toda la pasión que se tenían guardada por años y que por una mala vuelta del destino, nunca se entregaron cuando fueron novios y que ahora de casada, ella disfrutaba como nunca en su vida, pues seguía casada solo por “el que dirán”, soportando a un marido que no quería y que para colmo él tampoco la quería, pero ella encontró a su amante y sus encuentros eran la dosis perfecta para soportar todas esas cosas de la vida diaria.

¿Qué hace usted con las cosas pequeñas?, como esas lagrimas que se nos escapan cuando nadie nos ve, cuando surge una añoranza, cuando una nueva canción nos cuenta una vieja historia de nosotros mismos.

¿Qué hace usted con esas cosas pequeñas?, como los momentos en los que de pronto nos asalta un miedo extraño, la certeza de que en este mundo habrá momentos de lagrimas infinitas, de despedidas que dolerán tanto, que nos van a dejar sin aliento y que casi pediremos morirnos, para dejar de sentir ese dolor.

¿Qué hace usted con esas cosas pequeñas?, como lo es la incertidumbre, pero no habló de cosas materiales, de si se va a cerrar o no un negocio o un contrato, esas cosas no cuentan, son cosas que debemos de aprender a meter en otras cajas que sean de fácil olvido. Yo le pregunto por la incertidumbre que nace a ratos de no saber qué va a pasar mañana, de no saber que va a pasar con nuestros sueños, con nuestros suspiros que se nos escapan sin apenas darnos cuenta.

Se ha preguntado usted porque en algunas ocaciones todos a sus alrededor están emocionados con algo y usted es incapaz de entenderlo, cuando le pase eso amigo mio, piense que quizá usted es el que se está perdiendo la oportunidad de vivir cada instante de su vida y que por estar ocupado en sus cosas, “en lo importante”, se le ha olvidado que la vida es una sucesión enorme de cosas pequeñas, la mayoría de ellas “sin importancia”.

Hay quien dice que la rutina es el asesino silencioso que acaba con sueños, con amores, con pasiones, con deseos, por eso no hay que dejarla llegar a nuestra vida o si llega, hay que aprender a usarla a nuestro favor, por ejemplo, siempre saludar de beso a quien queremos y en cada beso de saludo, de despedida, de te quiero, poner todo el amor posible, para que así dejen de ser besos rutinarios que se dan de los labios para afuera.

Hoy me dio por pensar en las cosas pequeñas y todo se debió a una canción nueva que hizo que las lagrimas se me salieran, pues viera usted que yo siempre cargo con todas mis cosas pequeñas y hay días, que una canción, que una imagen, que un recuerdo van y se topan con esa caja y activan una añoranza y de pronto todas esas cosas pequeñas hacen un gran alboroto y brincan y gritan dentro de la caja para salir, para hacerme recordar, soñar, imaginar, desear y si usted me llegara a ver con lagrimas en los ojos, no crea usted que es tristeza, bueno, a veces si, cuando son cosas pequeñas de dolores viejos y nuevos, las que ganan la partida para escapar del contenedor en donde las cargo.

Pero la mayoría de las veces, las lagrimas son de añoranzas, de recuerdos hermosos, de actos de contrición verdaderos por pecados cometidos en el pasado, de los cuales por cierto ya me di la absolución, pues al revisarlos me perdono de forma fácil si no hubo víctimas de por medio.

Pero esas lagrimas solo son para descansar, pues ponerse a jugar con esas cosas pequeñas, activan diversos botones, unos pegados al recuerdo, otros al corazón, muchos otros al deseo que la piel no olvida o que la piel quisiera tenerlos de recuerdo, pero que solo son hechos no consumados, humedades no visitadas.

Hoy las cosas pequeñas llegaron por asalto, y me dio gusto, pues son muchas y de tan variado estilo, sabor, color y empaque, que tuve que ponerme a escribir sobre ellas, para poder aquietarlas, pues son como esos niños que solo se duermen cuando papá o mamá los arrullan cantando una canción de cuna.

Yo logré ponerlas de nuevo en su caja, esa que cargo conmigo todos los días y que de vez en vez, me tropiezo con ella y hay va de nuevo el asalto de las emociones, de los recuerdos, de los sueños…

¿Y usted qué hace con las cosas pequeñas?… ojalá y sean muchas y ojalá y nunca las olvide…