El Papa Francisco visita de sorpresa la tumba de San Pío X en San Pedro

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El Papa Francisco realizó una visita no programada a la Basílica de San Pedro para orar ante la tumba de San Pío X, en un nuevo gesto durante su periodo de convalecencia en Casa Santa Marta. La aparición del pontífice sorprendió a los fieles presentes, quienes lo saludaron y recibieron su bendición.

Sorpresiva aparición del Papa en la Basílica de San Pedro

Alrededor de las 13:00 horas, el Papa Francisco salió de Casa Santa Marta, donde se encuentra en recuperación, y cruzó la Puerta de la Oración para dirigirse a la Basílica de San Pedro. En el lugar, permaneció cerca de diez minutos en oración ante la tumba de San Pío X, un pontífice al que ha manifestado especial cercanía.

La presencia del Papa causó conmoción entre los visitantes. Un centenar de personas que se encontraban recorriendo la Basílica se acercaron al pontífice, quien permaneció en silla de ruedas, con una manta en las piernas y cánulas de oxígeno.

Gestos de cercanía con fieles y trabajadores

Durante su recorrido, el Papa saludó a varios presentes, incluidos restauradores que trabajan en obras internas, niños y grupos de peregrinos que estaban en Roma con motivo del Jubileo. No ofreció declaraciones, pero se mostró con gestos de cercanía y afecto hacia quienes se le acercaron.

El canónigo de San Pedro, Monseñor Valerio Di Palma, relató que vio al Papa siendo empujado por su asistente sanitario personal, Massimiliano Strappetti, mientras los gendarmes del Vaticano mantenían el orden. “Todos corrían sabiendo que el Papa había venido de repente”, dijo el religioso.

Convalecencia y actividad reciente del Papa

Esta es la segunda salida no programada del Papa en menos de una semana. El domingo anterior también apareció en silla de ruedas ante 20 mil fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para el Jubileo de los Enfermos, donde envió un mensaje en el que expresó que la enfermedad es una escuela de amor y recordó que Dios no deja solos a los enfermos.

Durante esta reciente visita, el Papa no pronunció discurso alguno, pero impartió bendiciones y saludó a varias personas entre lágrimas y muestras de emoción. Algunos asistentes destacaron que su mirada era lúcida y que, pese a la fragilidad física, su presencia transmitía fortaleza.